El gran día de la Romería de Pentecostés llegó y desde muy temprano comenzó una incesante afluencia de peregrinos que llenaron el Santuario y sus alrededores. Se respiraba fervor y alegría. Fue uno de esos días más hermosos de la primavera, sol. buena temperatura...
Desde los días anteriores con dedicación y trabajo Petra y Antonio estuvieron preparando todos los más mínimos detalles, para que la Virgen recibiera el mejor día de homenaje, por su parte nada falló, pues son un matrimonio dedicado al Santuario que viven la tradición de los antiguos ermitaños, el trabajo y la oración y una devoción profunda a la Virgen de Valdejimena, forman un equipo eficaz e imprescindible para que el espíritu monástico del Capellán que sigue el ora et labora de su Padre San Benito pueda realizarse. Pero hay que añadir que a todo ese trabajo duro, ayudados por sus hijos el día de la Fiesta, el cuidado atento y exquisito de todo y al día siguiente lo más difícil, colocar todo en su sitio, limpiar y arreglar los destrozos que tan grande multitud siempre acarrean, Gracias a ellos, que la Virgen les pague sus desvelos y su impagable celo por la Casa de la Virgen
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