16 febrero 2013

DOMINGO I DE CUARESMA CICLO C


El pasado miércoles comenzábamos -con la imposición de la ceniza- este período de cinco semanas que llamamos Cuaresma, y que culminará en la celebración más importante de los cristianos: la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús: la Pascua del Señor.
Ya desde este primer domingo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a vivir una experiencia de desierto.
El desierto es ese espacio simbólico de encuentro con nosotros mismos y con Dios, donde se experimenta la tentación, y donde hay que decidir por quién apostamos.


 La primera lectura –del Libro de Deuteronomio-- nos muestra cómo el hombre, en los momentos cruciales de su historia, siempre busca a Dios. Y es un testimonio claro para decirnos que Dios siempre estuvo a su lado, en medio de las dificultades, para liberarlos y protegerlos.
S.- Este salmo 91 es, precisamente, el que cita el demonio, en la tentación a Jesús en el desierto. Y lo sutil del tentador está en el Salmo 91 era el himno triunfal de los judíos a la confianza en el Señor. Formaba parte de las oraciones personales. Y por eso el Diablo intenta confundir al Señor invocando la confianza en Dios. Para nosotros nos puede servir también de oración personal invocando la confianza del Señor para que nos libre de las tentaciones.
2.- San Pablo, en la segunda lectura que procede de la Carta a los Romanos nos dice que la fe es esencial en nuestra vida, para recordarnos que el Señor es el único Señor, y Él nunca nos defraudará.
3.- El fragmento evangélico de hoy es de San Lucas y nos narra las tentaciones de Cristo en el desierto. Confirma este evangelio que las pruebas y tentaciones formarán siempre parte de nuestra vida; pero, si vivimos junto a Cristo, seremos capaces de vencerlas y saldremos liberados de ellas. Cristo supo vencer al Tentador. Y nosotros, junto con Jesús, también sacaremos el pecado de nuestra vida.

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