12 febrero 2013

PADRE, PONTÍFICE Y MAESTRO


El 11 de Febrero de 2013, una inesperada noticia: El Santo Padre Benedicto XVI leía en latín su renuncia a la Silla de Pedro.  Día histórico en que el inesperado anuncio dejó un sentimiento de horfandad en la cristiandad. El Papa nos había hecho sentir a todos su cercanía,su humildad, su sabiduría.  En poco más de siete años nos ha dejado el patrimonio riquísimo del Papa teólogo, lleno de sensibilidad artística, amor a la naturaleza, Teología que el gran pedagogo supo hacer entender aún a los más sencillos. Conquistó el corazón de los jóvenes, el respeto de gobernantes y de líderes de otras religiones.

El día de la Virgen de Lourdes, la Madre de la Iglesia dio fuerza al Santo Padre para comunicar a todos lo que venía rezando y meditando en lo profundo de su corazón de Padre y Pastor y que con dolor pero con toda humildad y sencillez nos dejó saber, pensando que cumplía lo que la Divina Voluntad le había destinado.
Un gran signo del Cielo acompañó este acontecimiento triste y que siembra un horizonte con interrogantes y obscuridades; un rayo como una recta flecha se estrellaba en el Centro de la Cúpula de San Pedro.
Es un adiós histórico, en el que muchos interpretan que la edad y las limitaciones físicas, a pesar de su buen estado físico y mental, lo de no tener fuerzas, se puede referir a otros pesos y cargas, los grupos de separación profunda de la fe y el Magisterio dentro de la Iglesia, el relativismo que a muchos pastores les lleva lejos del sentir y de la enseñanza de la Iglesia, el desprecio a las normas y documentos pontificios, la falta de apoyo por parte de los que le  rodean..., han hecho que sea imposible que alguien tan coherente y comprometido como Benedicto XVI no puedan seguir siendo aparentemente el valedor de esta profunda ruptura intraeclesial con su presencia como Pontífice, pues parecería al Pueblo de Dios que al ser él el Sumo Pontífice, aprobaba lo que no aprueban ni él, ni ninguno de los que somos fieles a la verdadera y única  Iglesia Católica,la de Cristo, no la de los renovadores que han ido "creando" nuevas iglesias como los protestantes, pero bajo el falso rostro de ser católicos habiendo traicionado a lo que esto representa.
Dios y la historia hablarán de la triste y desesperanzadora situación presente de una Iglesia tan llena de diferencias entre unos y otros, que hace muy difícil de reconocer un solo rostro, una sola Fe.
Tenga Misericordia infinita el Señor con su Iglesia y con su gracia convierta los corazones descarriados. Infinitas y sinceras ¡gracias! a Benedicto XVI que ha hecho el mayor servicio a la Iglesia durante estos años y que ha tenido que sufrir con Cristo las divisiones, errores y pecados de los miembros de la Iglesia. Siga con su vida de profunda oración contemplativa intercediendo por este pobre Pueblo de Dios que hoy se siente huérfano, triste y preocupado.

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