amar a su prójimo, especialmente a los necesitados. Esto es posible porque tenemos con nosotros a Cristo, que es el principio y el fin de todo.
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Primera lectura: Deuteronomio 30, 10-14 (El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo)
Este pasaje del libro del Deuteronomio es parte del último discurso de Moisés al pueblo de Israel. El pueblo será feliz, si cumple los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios están impresos en el corazón de cada uno.
Segunda lectura: Colosenses 1, 15-20 (Todo fue creado por Cristo y para él)
San Pablo usó éste himno bautismal para explicar la sublime concepción cristológica de la obra creadora y salvadora. Cristo es el comienzo y el fin de todo. Es la imagen visible del Padre y la reconciliación de todas las cosas.
Tercera lectura: Lucas 10, 25-37 (¿Quién es mi prójimo? Parábola del buen samaritano)
La parábola del buen samaritano me pregunta: ¿quién es mi prójimo? ¿A quién tengo que amar? El prójimo es quien se acerca al otro. Dios nos impulsa a amar; nosotros hemos sido amados por Dios. De la misma manera, Dios espera que amemos al prójimo.
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