¿Qué dice Jesús frente a la ley de “Ojo por ojo y diente por diente”? ¿Por qué Jesús invita a amar a los
enemigos y orar por quienes nos persiguen? Según la lectura ¿Amar a quienes nos aman y saludar a quienes
nos saludan es un acto extraordinario?
Algunas consideraciones para una lectura provechosa…
Con este texto culmina la primera parte del sermón del monte que Jesús inició con las bienaventuranzas. El
domingo pasado comenzó a reinterpretar la ley; hoy va a continuar con los últimos dos ejemplos, sobre la
venganza y el amor a los enemigos.
El texto tiene dos partes marcadas por la fórmula “ustedes han oído…”, “pero yo les digo…”. La primera
(vv. 38-42) referida a la llamada “ley del talión” (ver Ex 21,24) y la segunda sobre el amor a los enemigos (vv.
43-47). Finalmente cierra el texto con una exhortación que abarca todos los ejemplos: “sean perfectos como
es perfecto el Padre que está en el cielo”, (v.48).
En la primera parte toma como ejemplo la “ley del talión”. Esta ley, que a nosotros nos parece tan brutal e
injusta, fue en su momento un avance grande en el camino de la justicia, pues establecía un límite a la
venganza de quien había sido agredido. Las venganzas que antes eran ilimitadas, son reguladas por esta ley,
que no permitía excederse en la revancha.
La respuesta que da Jesús frente a esta ley: “si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale
también la otra” hay que interpretarla, como en el texto del domingo anterior, en clave hiperbólica, es decir,
exagerada. Cuando Jesús decía “Si tu ojo es para ti una ocasión de pecado, arráncalo…” (5,29), naturalmente
no se estaba refiriendo a arrancarse el ojo literalmente, sino que a través de esta imagen hiperbólica, está
diciendo “sean radicales en apartar sus ojos del mal”. De un modo similar, en este texto, no está invitando
literalmente a poner la otra mejilla; de hecho, cuando le pegan una bofetada a Jesús, no pone la otra mejilla,
sino que confronta a quien le pegó diciéndole: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he
hablado bien, ¿por qué me pegas?"; (Jn. 18,23). “Poner la otra mejilla” es una figura que utiliza aquí para
decir: “sean radicales en no devolver mal por mal”.
El ejemplo de la segunda parte también tiene sus dificultades de comprensión. Jesús dice “han oído que se
dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo” (v. 43). Los israelitas consideraban “prójimo” a otro
israelita, y a ellos debían amar, y también al extranjero residente en Israel (ver Dt 10,19). Odiar al enemigo no
estaba mandado por la ley, pero podía verse recomendado en textos como el Sal 139,21s.
Jesús propone romper con esa “justicia” y manda amar a los enemigos, rogar por los que los persiguen
(v.44). Esto es concreto y literal, Jesús mismo lo hizo con quienes lo agredieron (ver Lc 23,34). El modelo
que pone Jesús para obrar así es el mismo Dios “que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la
lluvia sobre justos e injustos” (v.44). Por eso culmina esta sección con una palabra que la resume todo el
positivas hacía aquellas personas que me cuesta aceptar o que me han hecho algún mal. Que consigáis con la gracia del Señor y la ayuda de la oración de los hermanos cumplir los propósitos que nos han venido del Espíritu en esta Lectio de la Palabra de Dios
mensaje del texto: “sean ustedes perfectos como su Padre que está en el cielo es perfecto” (v.48), que en el 
evangelio de Lucas se vuelve “sean ustedes misericordiosos como también su Padre es misericordioso”, de 
modo que la perfección de Mateo se identifica con la misericordia en Lucas. 

En la exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio” (N.101) el Papa Francisco nos invita a pedirle al Señor 
que nos haga entender la ley del Amor. 
¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, 
¡en contra de todo! A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: «No te dejes vencer por el 
mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Y también: «¡No nos cansemos de hacer el bien!» 
(Ga 6,9). Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al 
menos digamos al Señor: «Señor, yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella». 
Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. 
¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!1 
Ahora preguntémonos: 
¿Mido mis reacciones cuando me siento ofendido? ¿Evito vivir con resentimientos? ¿Imploro paz a Dios, 
antes de responder alguna ofensa? 
“Padre nuestro… 
Perdónanos el mal que hemos hecho, 
así como nosotros hemos perdonado 
a los que nos han hecho mal”. 
Mateo 6, 9-12 
El salmista tenía certeza de la escucha de Dios en sus momentos de angustia con el enemigo: 
Habla mal de mí, 
a pesar de que lo amo 
y hago oración por él. 
(Salmo 109, 4)                                                                                                                                                             No existe mérito en amar a quienes nos aman, así que esta semana me esforzaré por tener actitudes de perdón y amor para con los que me odian calumnian y tratan de destruir mi testimonio.
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario