Primera tentación. (vs. 3-4) (Tentación de Poseer). Ante un mesianismo materialista, que satisfaga las necesidades corporales del hombre, Jesús opone la Palabra que presenta un nivel superior de vida y aspiraciones en sintonía total con la Palabra.
Segunda tentación. (vs. 5-7). (Tentación del Placer). Ante un mesianismo triunfalista, milagrero y de éxito, Jesús, como Siervo, opone la disponibilidad y fidelidad al Padre.
Tercera tentación. (vs. 8-10) (Tentación del Poder). Ante la tentación del dominio y del aplauso, y de constituirse “señor y dios”, Jesús declara el señorío absoluto de Dios.
2. Jesús, un Mesías diferente
A diferencia de Moisés, que contemplará desde el monte Nebo toda la tierra (Dt 34, 1ss), Jesús es el nuevo Moisés que nos promete y nos consigue la verdadera tierra de la promesa, que es Él mismo.
Los cuarenta días y cuarenta noches de Jesús en el desierto (Mt 4, 2) son un número simbólico:
o 40 días y noches duró el diluvio universal (Gn 7, 17);
o 40 días permaneció Moisés en el monte dentro de la nube (Ex 24, 18);
o 40 años fueron los que anduvo el pueblo de Israel por el desierto (Sal 95, 10);
o 40 días caminó el profeta Elías por el desierto hacia el monte Horeb (Sinaí) (1 Re 19, 8);
o 40 días/años es toda una vida o período largo en el que sucede algo fundamental.
Jesús es el Hombre-Dios que llena todos los tiempos y los convierte en tiempos de salvación.
3. Tentaciones de ayer, de hoy y de siempre
Las tres tentaciones que sufrió Jesús son las típicas de cualquier persona y más, de aquel que quiere seguir a Jesús con toda entrega.
También nosotros nos dejamos arrastrar por esas tentaciones: tener (poseer) en vez del ser; placer (corrupción, injusticia, la vida fácil...) y poder (dominio de los demás).
Jesús opone a las tentaciones otros criterios y otras normas:
o No pueden servir a Dios y al dinero (Mt 6, 24);
o El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir (Mc 10. 45);
o Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él le darás culto (Mt 4, 10).
Jesús rechaza las tentaciones con al Palabra de Dios en el corazón y en la boca.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
¿Cuáles son mis tentaciones más fuertes: dinero, ambición vanidad, soberbia, sensualidad, insensibilidad ante el dolor ajeno? ¿Qué hago por superarlas y enfrentar otros valores según el Evangelio? ¿La Palabra de Dios está en mi corazón y en mi boca?
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
La súplica más humilde y confiada es la que nos enseñó el mismo Jesús: No nos dejes caer en tentación.
Dale gracias a Jesús porque Él es nuestra fuerza para vencer cualquier tentación.
Ábrete a confiar totalmente en Él. Pues, la pero tentación es el no confiar en Él.
5. CONTEMPLA
A Jesús, que sale vencedor de la tentación a lo largo de su vida. Él es nuestra fortaleza.
A ti mismo, débil. Pero tu fortaleza es la del Señor. Cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte (2 Cor 12, 10). Todo lo puedo en Cristo que me da la fuerza (Flp 4, 13).
6. ACTÚA
Concreta tus buenos propósitos para resistir a las tentaciones. Sobre todo, en orden a crecer en la confianza y fortalece en Jesús. Repite con frecuencia: No nos dejes caer en la tentación.
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