Otro elemento importante de los Ejercicios Espirituales del Abad benedictino por lo que creemos que lo escrito por Ignacio de Loyola procede del Compendio. Conozcamos cómo pudo recibir el texto y la idea y luego presentarla como suya.

LA ESCUELA ESPIRITUAL DE FRAY GARCÍA DE CISNEROS
Fray García Jiménez de Cisneros (1455-1510) -primo hermano del cardenal
franciscano Francisco de Cisneros, brazo derecho de los Reyes Católicos en la reforma
religiosa de la Península- había llegado en 1493 al Monasterio de Montserrat con la
misión de reformarlo, junto con trece monjes más, procedentes del Monasterio de San
Benito de Valladolid.
En 1499 instaló la primera imprenta en el Monasterio, y en 1500 editó sus dos
obras mayores: el Ejercitatorio de Vida Espiriitual y el Directorio de las Horas
Canónicas.
Tanto el Ejercitatorio como el Directorio de las Horas Canónicas no son obras
estrictamente originales, sino que son una sabia recopilación de autores medievales y
de la Devotio Moderna (11). Destacan sobre todo cinco autores: San Buenaventura
(1218-1274) (12), Hugo de Balma (2ª mitad del s.Xlll) (13), Juan Gersón (1363-1429)
(14), Gerardo de Zupthen (1367-1398) (15) y Juan Mombaer (o Mauburnus) (+ 1 502)
(16). De los dos primeros, Cisneros tomó el esquema clásico de las tres vías
(purgativa, ilumiinativa y unitiva); de Gersón, muchos de los consejos y de las
consideraciones sobre la oración y la vida contemplativo; de Zupthen y Mombaer, la
presentación metódica de la vida espiritual, propia de la Devotio Moderna. La
mayoría de las veces, el Abad se vale de citas textuales de estos autores,
organizándolas en base a la estructura básica que da a su obra más completa, que es el
Ejercitatorio: la ascensión de las tres vías, que conducen de la meditación hasta la
contemplación, pasando por la oración.
Lo original de la propuesta cisneriana es que el objeto de la contemplación no es la
alta especulación, sino la vida de Cristo. Con ello se percibe la influencia del
franciscanismo de la época y de la Devotio Moderna, con la que se sabe que el Abad
estuvo en contacto durante una misión en tierras francesas, en 1496. Los dos autores
de la Devotio Moderna que más utilizó para la elaboración de sus obras son los ya
mencionados Gerardo de Zupthen y Juan Mombaer. Ambos se caracterizan por una
sistematización metódica de la vida de oración, particularmente Mombaer, cuya obra
Rosetum exercitorum spiritualium ("Rosal de ejercicios espirituales") es casi un
catálogo enciclopédico de métodos de oración, abrumante por su profusión. El
Directorio de las Horas Canónicas está tomado literalmente de algunos de sus
capítulos (17).
En las Constituciones para los monjes del Monasterio de Montserrat (1502) se
determinó que los novicios debían aprender de memoria la Regla de San Benito junto
con estas dos obras del Abad antes de poder leer cualquier otro libro:
"Esta lección principalmente ha de ser de la Regla, de Spiritualibus Ascensionibus
(18), del Directorio de las Horas Canónicas y del Ejercitatorio de la vida espiritual, en
lo cual es muy necesario que los monjes sean bien prácticos, y sepan muy bien de coro
["de memoria"] todos aquellos ejercicios de meditar, orar y contemplar, y de las vías
purgativa, iluminativa y unitiva; y hasta que esto sepan muy bien así por práctica como
por teórica, no les sea permitido leer ni estudiar otra cosa, porque sin estos principios y
fundamentos, todo lo otro es vano y nunca podrán aprovechar en la vida espiritual a la
cual somos dedicados" (19).
6Ello muestra el papel preponderante que tenían los ejercicios propuestos por el Abad
en la vida del Monasterio.
2.1. EL COMPENDIO BREVE DE EJERCICIOS ESPIRITUALES
Aquí es donde entra en escena la existencia de una pequeña obra que ha sido
redescubierta y revalorizada recientemente: se trata del Compendio breve de Ejercicios
Espirituales, que San Ignacio hubiera podido tener en sus manos (20). Es fácil imaginar
que pronto surgiera la iniciativa entre alguno de los monjes de resumir estas dos obras
ricas y complejas, para facilitar su memorización entre los novicios y demás miembros
de la comunidad. Nos parece natural suponer que este resumen, este compendio, no se
hiciera muchos años después de 1500, sino en los años siguientes a su aparición (21).
El arcaísmo del castellano confirma una fecha temprana para su composición, pero
actualmente sea la de 1555 se explicaría o bien por el extravío de ediciones anteriores
(23) o porque hasta aquella fecha el Compendio circulaba en versión manuscrita.
Nuestra hipótesis es que la influencia del Abad Cisneros llegó a San Ignacio a través

de este Compendio. En la Autobiografía aparece un dato que nos parece relevante:
Ignacio nos cuenta que, durante el primer período eremítico de su estancia en Manresa,
se daba a siete horas de oración diarias (24). Estas siete horas se corresponden con las
siete Horas del Rezo Canónico. La sustitución de los salmos por la oración mental
queda todavía más iluminada si consideramos la hipótesis de Ignacio tenía el
Compendio en sus manos: porque, casi al final del librito, se halla un resumen del
Directorio de las Horas Canónicas (Cb, 404-466) (25), donde se propone un punto de
meditación para cada salmo, es decir, tres puntos de meditación para cada Hora
canónica de los siete días de la semana. Estos puntos se proponían para fijar la atención
del monje durante la oración coral -al margen del contenido de los salmos, lo cual no
dejaba de ejercer una cierta violencia con respecto a la naturaleza interna del Oficio
(26) -. Nuestra interpretación es que Ignacio hacía las siete horas de oración mental
utilizando estas pautas, prescindiendo de la recitación de los salmos. Tal es el método
que dejó en sus Ejercicios.
más que del Ejercitatorio es la distribución por semanas, ya que en el Compendio,
además de los ejercicios de las tres vías, se presenta también distribuido en semanas la
meditación de la vida y pasión de Cristo (nn.318-403), cosa que no sucede en el
Ejercitatorio. Sin embargo, el sentido de las semanas en la propuesta de Cisneros y de
Ignacio es diferente: si bien en el Compendio -y en el Ejercitatorio- esta distribución
según los días de la semana tiene un carácter mnemotécnico, en los Ejercicios tiene un
carácter simbólico. Es decir, en los Ejercicios, las Semanas son etapas aproximativas,
sin una prescripción estricta del tiempo que debe dedicarse a cada una, mientras que en
la obra de Cisneros cada día está ligado a un ejercicio preciso para que se grave en la
memoria.
Otros elementos que aparecen en el Compendio -y no en el Ejercitatorio- son
favorables a la hipótesis de que San Ignacio lo tuvo entre sus manos: diferentes consejos
que allí se dan para la oración (Cb, 468-497), el resumen de los doce grados de
humildad de la Regla de San Benito (Cb, 498-511), etc.
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