17 mayo 2014

DOMINGO V DE PASCUA CICLO A 18 DE MAYO

La segunda lectura nos recuerda que los cristianos somos un pueblo que Dios ha elegido “para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa”. La Iglesia no vive de recuerdos. A Cristo no le conocemos sólo por lo que hizo, sino sobre todo por lo que hace. Cada generación cristiana y cada cristiano están llamados a experimentar en primera persona la presencia, la vida y la fuerza del Resucitado.
No se trata de recuerdos pasados, sino de realidad presente. Lo mismo que los israelitas experimentaron “en propia carne” la liberación de la esclavitud de Egipto, lo mismo que los apóstoles “comieron y bebieron” con el Resucitado, así nosotros conocemos a Cristo por esas hazañas que realiza al sacarnos de las tinieblas de la muerte y del pecado. Cristiano es el que conoce a Cristo por experiencia, porque experimenta “la fuerza de su resurrección y la comunión en sus padecimientos” (Fil3,10), porque es tocado por la eficacia de la fuerza poderosa que Dios despliega en Cristo Resucitado (Ef 1,19-20).
El que realmente experimenta en su vida esta acción del Resucitado necesita proclamar las hazañas que el Señor ha realizado en él. El verdadero cristiano es necesariamente testigo, y por eso “no puede callar lo que ha visto y oído” (He 4, 20).
Desde ahí se entiende el Evangelio: “El que cree en mí hará las obras que yo hago y aún mayores”. Lo mismo que Cristo hace cosas grandes porque está unido al Padre, porque el Padre y Él son una sola cosa, porque el Padre permaneciendo en Él hace las obras, así también ocurre entre el cristiano y Cristo. Cristo Resucitado se une a nosotros, vive en nosotros. El que está unido a Cristo, el que deja que Cristo viva en él, realiza las obras de Cristo. La condición es estar unido a Él por la fe: “el que crea en mí”. Si no suceden “obras mayores” es porque nos falta fe. “Si tuvierais fe como un granito de mostaza..     CREED  EN DIOS Y CREED TAMBIÉN EN MI
En este fragmento del evangelio, Jesús continúa su discurso de despedida, pero ahora, a las palabras de tristeza por la despedida, añade ahora palabras de consuelo y optimismo, al saber lo que significa su ausencia de ellos, que va a ser ventaja y misteriosa presencia en los mismos.
Se notan tres grupos de ideas, el significado de la ausencia de Jesús, el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo, y manifestación de los mismos diversos frutos de la fe en Jesús ausente.
Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo: que no haya inquietud y turbación. Y entonces Jesús dice: “Crean en Dios y crean también en mi”. Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en El se mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El como en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
Con esa fe vendrán a saber lo que es optimismo. Por otra parte, el mandato simultáneo de la creencia en Dios y en Jesús, bajo igual condición, implica la divinidad de Jesús.
2.             EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS HABITACIONES
Asentado este tema, les hace ver que su partida, que va a ser por la muerte de cruz, no es una catástrofe. El se va a la casa de su Padre, el cielo, donde hay muchas moradas. Jesús dice En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones Desde San Ireneo se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de gloria. Pero no es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen probablemente tiene por base el plano del templo, con sus múltiples habitaciones y compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn 2:16). Precisamente El va al cielo como Hijo a la casa de su Padre.
Dice Jesús: ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Esto les hace ver ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad.
3.             VOLVERÉ OTRA VEZ PARA LLEVAROS CONMIGO
Pero Jesús no sólo va a prepararles el lugar, aunque directamente se dirige a ellos, la doctrina es universal, sino que, después de dejar preparado el cielo a los hombres con su ingreso en el mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos con El a su morada. Es así como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al Padre en su oración sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha propuesto al momento de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se afirmaría sólo el hecho.
No parece referirse al momento de la muerte. Es un tema no relatado con esta exclusiva y específica precisión en los evangelios. Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema frecuente y esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las alusiones que a ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San Pablo habla de la parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro del Señor, que viene a buscarles, y así estaremos siempre en el Señor. Consolados con estas palabras (1 Tes 4:17.18).
Como Jesús, para consolar en su partida a sus apóstoles, les dice adonde va, por contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde El se dirige. Los apóstoles aparecen con una gran ignorancia, no comprendiendo, como en otras ocasiones, las enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al cielo, debían comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas veces. Casi están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22).
4.             YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA-
Pero Tomás, en nombre de todos, dice que ignoran el camino. San Juan gusta recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le hace una gran declaración: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.  Verdad y vida no tanto en cuanto El las tiene en sí mismo (San Juan 1:4), sino en el sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales semejantes: en cuanto El comunica la verdad y la vida (San Juan 6:48-58; 8:12; 11:23ss).
Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida. Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma. Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, el es el centro de nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.
Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce a Padre; El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino, porque el nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y de El. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.
5.             NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ     
Dice el Señor Jesús: “Nadie va al Padre, sino por mí”. Es camino para el Padre, porque nadie puede venir al Padre sino por mí, es decir, recibiendo su mensaje, que en San Juan es fe y obras (San Juan 3:21, etc.). Y en cuanto se depende vitalmente de El, como el sarmiento de la vid (San Juan 15:1ss).
Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a Dios.
Dice Jesús: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero “Ya desde ahora lo conocen”,  es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero. Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra, comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que hace.
6.             “SEÑOR, MUÉSTRANOS AL PADRE Y ESO NOS BASTA”
La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el deseo de un conocimiento más profundo y mas experimental, es así como Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” La pregunta de Felipe que pide les muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías, que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.
De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro, por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es la mejor interpretación de éste: “Si no me creéis a mí, creed a las obras (milagros), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mi y Yo en el Padre”. (San Juan 10:38; cf. San Juan 14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y El está en el Padre por la dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.
Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a El ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.
7.             OS ASEGURO QUE EL QUE CREE EN MÍ HARÁ TAMBIÉN LAS OBRAS QUE YO HAGO
Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre La primera promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará mayores. Y la razón es porque El va al Padre.
La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso, porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?
8.             LAS OBRAS QUE EL PADRE ME DIO A HACER,
Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (San Juan 5:36). Es toda su obra mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.
En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos llevarán hasta los confines de la tierra (Act. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese mensaje y milagros por todo el mundo.
Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda, obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que El va al Padre. Es El quien, por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.
9.             Y YO HARÉ TODO LO QUE  PIDAIS  EN MI NOMBRE
Mas adelante en este mismo capitulo del Evangelio, dijo Jesús: “Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.
Jesús, conoce que  nuestro corazón se muestra a menudo inquieto por todo el mal que hay en el mundo y por nuestras mismas debilidades, por las traiciones y negaciones de las que nos consideramos capaces. Y ya que nos ha dicho que si pedimos en su nombre, El hará, le pedimos que aumente nuestra fe en El y en el Padre que nos has revelado. El es el camino y pedimos seguirlo, El es la verdad y deseamos conocerlo, El es la vida y deseamos vivir en El y ver al Padre y glorificar su santo nombre ante todos los hombres.
Jesús al prometernos: “Y yo haré todo lo que vosotros pidáis en mi nombre”, fue una forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay que hacerla como El nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus méritos y sus promesas, y aceptando su voluntad.
Consideración espiritual:
Hace algunos años, un hombre de Dios que conozco me envió un mensaje que me sorprendió mucho: «Sea siempre fiel a Dios en la observancia de sus promesas y no se preocupe de las burlas de los insultos. Sepa que los santos siempre se han hecho la burla del mundo y de los mundanos y han sido pisoteados por el mundo y por sus máximas. El campo de la lucha entre Dios y Satanás es el alma humana, donde se desarrolla esta lucha en todos los momentos de la vida. Para vencer a enemigos tan poderosos, es preciso que el alma dé libre acceso al Señor y sea fortalecida por él con toda suerte de armas, que su luz la irradie para combatir contra las tinieblas del error, que se revista de Jesucristo, de su verdad y justicia, del escudo de la fe, de la Palabra de Dios. Para revestirnos de Jesucristo, es preciso que muramos a nosotros mismos. Estoy seguro de que nuestra Madre celestial le acompañará paso a paso.

Estaba  cavilando  en estos pensamientos sin llegar a ninguna conclusión. Pasó después otro trecho de vida y comprendí que morir a nosotros mismos es hacernos vivir a nosotros mismos. Caigo en la cuenta de que los momentos de vida plena son aquellos en que siento la tentación de hacer vivir en mí a Dios y su voluntad. Al final he comprendido que abandonarme a Dios no significa haber superado todos mis problemas, sino querer verdaderamente, con todo mi ser, que él pueda obrar en mí y pueda encontrar en mí una plena colaboración. Al leer ahora de nuevo esta carta, cada palabra toma un valor diferente y, contrariamente a hace algunos años, me anima a continuar por este sendero. Espero os sirva como a mí me sirvió, en estos tiempos "recios" necesitamos más que nunca escuchar y aprender de Maestros del espíritu.

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