19 mayo 2014

MISTERIO DE LA LLAMADA DEL SEÑOR AL HOMBRE DE HOY A LA SOLEDAD Y CONTEMPLACIÓN

Hombres dedicados a la oración, a la contemplación y al sacrificio mediante sus obras de penitencia. Es  algo muy sorprendente que el hombre del siglo XXI sienta una fuerte llamada a vivir con sus nuevos recursos y situaciones, los valores y enseñanzas de los eremitas de hace muchos siglos.  Se renueva esa búsqueda y lo más relevante es que muchos eligen este camino haciéndolo compatible con el trabajo y la vida en medio de la sociedad moderna.   

Vamos a introducirnos en el día a día y formas de la vida eremítica.
La Vida Eremítica
La Vida Eremítica

Los así llamados eremitas o anacoretas son personas que se consagran a Dios mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia. Su estilo de vida es muy peculiar: viven apartados completamente del mundo, en el silencio de la soledad, dedican su vida a la oración asidua y a la penitencia de forma que buscan ser una constante alabanza a Dios y una intercesión por la salvación del mundo.

Los ermitaños o anacoretas son reconocidos por el obispo y dependen de él. No hay que confundirlos con las órdenes monásticas eremíticas, que si bien se apartan del mundo para dedicarse a la oración y a la penitencia al igual que los ermitaños o anacoretas, hacen vida común en fraternidad, observan una regla de vida o estatutos y viven bajo la obediencia de un Superior. Estos individuos pertenecen a los institutos de vida consagrada o religiosa y entre ellos nos encontramos a los camaldulenses.

Los ermitaños, eremitas o anacoretas pueden elegir el lugar en el que desean vivir, siempre alejado del mundo, pero su estilo de vida estará sujeto a la dependencia del obispo del lugar en el que fijan su residencia.

La vida de un ermitaño posee un valor extraordinario para la Iglesia. Al ser hombres dedicados a la oración, a la contemplación y al sacrificio mediante sus obras de penitencia y el mismo testimonio de su vivir cotidiano, son signos elocuentes de un amor a Dios que intercede constantemente en favor de los hombres. Por lo tanto, no debemos considerarlos como algo accesorio para la vida de la Iglesia o como reliquias de un pasado histórico. Su vida es fuerza que ayuda a arrancar gracias de Dios y a distribuirlas en toda la Iglesia.

La regulación de este tipo de vida consagrada está consignada en el Código de derecho canónico, número 603 y en el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 920 y 921.

“Vi todas las redes del enemigo desplegadas sobre la tierra y pregunté gimiendo: ¿Quién puede pasar a través de estas trampas? Entonces escuché una voz responderme: la humildad”. (S. Antonio Abad)

Los eremitas o ermitaños, también llamados anacoretas, surgieron en Egipto y en otros lugares de la cuenca mediterránea a partir del siglo III. Ermitaños célebres de los primeros tiempos fueron San Pablo y San Antonio Abad. Especial importancia tuvieron los Padres del Desierto, pues dejaron una rica herencia espiritual, recogida en los Apotegmas oDichos de los Padres.

Los eremitas dejaron el mundo para buscar a Dios en la oración, la soledad, la penitencia y la pobreza. A partir de la vida eremítica se desarrolló posteriormente el monacato, y los ermitaños fueron integrándose en los distintos cenobios, donde cabía la posibilidad de retirarse, una vez comprobado el espíritu (como exige San Benito), a ermitas cercanas a los monasterios.

a) Eremitismo monástico: En algunos monasterios, bien sea de Benedictinos o Cistercienses, después de haberse el monje ejercitado en la vida comunitaria, se tiene la posibilidad de entregarse a la vida eremítica en soledad y oración sin dejar de estar sometido a la obediencia del Abad y a la estabilidad del lugar en que profesó.

b) Eremitismo independiente: Son aquellos eremitas que no están vinculados a ninguna institución monástica, ni profesan Regla alguna. Es actual el fenómeno del eremitismo urbano. Éstos están sujetos a la jurisdicción del Obispocorrespondiente.

c) Reclusos: Es la forma de eremitismo más severa. El eremita vive recluido en su celda de la que no sale jamás, incluso llegando a emparedarse en ella. En estas celdas tenían una pequeña ventana por donde seguían los Oficios Litúrgicos y recibían el escaso alimento.

d) Órdenes de impronta eremítica: Se trata de aquellos Institutos Religiosos queconjugan la vida cenobítica y la eremítica, ya sea dentro de la estabilidad de un monasterio, o en un convento destinado a tal fin (en algunas Órdenes Mendicantes). En este tipo de comunidades, los monjes o frailes se reúnen para el Oficio Divino en la iglesia, la Santa Misa, el Capítulo Conventual, las recreaciones normativas y en algunos casos las comidas. Cuando no se está en comunidad, el monje o fraile permanece en su celda, dedicado a la oración o a la formación intelectual, o en dependencias entregado al trabajo manual.

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