Tenemos la sensación de quien toma entre sus manos un libro nuevo, que ansía abrir, cuando lo abre, siente el aroma del papel y la tinta fresca, con urgencia busca entre sus signos el mensaje tan esperado, se sumerge, cautivado, en las páginas del Libro... Eso nos ocurre en este domingo primero del Adviento. Abramos ese libro, empecemos el diálogo de vida, Él espera con los brazos y el Corazón abiertos para todo el que responda a su llamada, que desee su Venida...
El primer domingo está tomado del final del discurso escatológico. En consonancia con la orientación que tiene este domingo en los demás ciclos, el texto centra nuestra atención en la segunda venida de Cristo. La perícopa de Marcos subraya la incertidumbre del cuándo – “porque no saben cuándo llegará el momento”–, explicitada por la parábola del hombre que se ausenta. La consecuencia es la insistencia en la vigilancia –dos veces el imperativo “¡Estad prevenidos!”. Es decir, vigilad velad, al principio y al final del texto –, pues el Señor puede venir inesperadamente y encontrarnos dormidos. Finalmente, se subraya el carácter universal de esta llamada a la vigilancia: “lo digo a todos”
El relato evangélico comienza y concluye con la misma invitación: “Estad prevenidos”. Siguen dos enseñanzas, la primera indica el "por qué" de esta invitación: “porque no saben cuándo llegará el momento”. Una lectura superficial podría parecernos como una imposición al temor porque Jesús no revela el día y la hora, para que los cristianos vivan en continuo cuidado. No obstante, no se indica la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al evangelio de suerte que comprometa la existencia. Jesús desea vitalizar a una comunidad para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la obediencia. Y esto en la espera de la última cita que nos introducirá definitivamente en el Reino; ciertamente es una espera continua e intensa, pero no ansiosa ni temerosa, sino que fluye confianza.
La segunda enseñanza está en el "estilo" de la vigilancia. Marcos, al narrar la parábola del hombre que se marcha de viaje lejos, indica que deja su “casa” al cuidado de sus servidores. Es posible ver en la casa una imagen de la comunidad cristiana. Cualquier creyente es, en su fidelidad cotidiana al Señor, responsable de su construcción. La vigilancia se caracteriza como "vigilancia de la casa", de la que, mientras espera a su Señor, el cristiano debe cuidar desempeñando la tarea que Dios ha confiado a cada uno. No caigáis en la tentación de permanecer inmóviles, sin dar fruto, el Señor cuando vuelva espera el fruto de nuestra preparación...
2. TENED CUIDADO
En el Evangelio de Marcos, el Señor nos exhorta a vivir en una responsable vigilancia esperando su venida gloriosa, y les dice a sus discípulos: “Tened cuidado” Es toda una exhortación a la “vigilancia,” dada la incertidumbre de esta hora.


Y para que nos quede más claro él por qué de esta invitación, nos pone la parábola, del hombre que se va de viaje y recomienda al portero que permanezca en vela. Siempre el Señor nos pone ejemplos para que sea fácil para nosotros comprender lo que dice, y así como recoge el caso de un dueño que parte de viaje y deja encargados a cada uno de sus siervos de una parte de su obra. Deben estar activos y alerta, en espera de la venida del señor y de esta hora de su “Vuelta.”
En efecto, Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida, advirtiéndonos que tengamos cuidado de no dejarnos aturdir por los excesos, y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre nosotros como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Por tanto tenemos que estar prevenidos y para ello, rogar incansablemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podremos comparecer seguros ante el Hijo del hombre. No temáis de nada ni nadie, confiad en el Señor, Él es nuestra fuerza y Esperanza..
3. CUIDEMOS ESTE TIEMPO DE ESPERA

Y nos reitera Jesús: Estad prevenidos, entonces, porque no sabéis cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Estad prevenidos!”, es decir nos pide que nos alejemos de los males, que seamos serios, decorosos, comedidos al hablar y al actuar en todo y que por nuestro bien estemos vigilantes.
También nos dice que somos nosotros los responsables de nuestra conducta, es decir a nosotros nos compete cuidarnos. Si miramos a nuestro alrededor, sabemos que hay muchos excesos e imprudencias que hacen vacilar la fe y nos inducen o nos provocan, por eso no nos dejemos aturdir, es decir no nos confundamos y no nos desconectemos de la realidad como cristianos, esto es pasar de la luz a la oscuridad. No dejarse aturdir, es no dejarse confundir y no desconectarse de nuestra forma de ser de cristianos cuidando de caer en excesos o en las propagandas de los falsos mensajeros, que quieren alejarnos del Cristo verdadero, para llevarnos por los caminos de la mentira alejándonos del Camino del Señor.
Porque el ha de venir, pero no nos ha dicho cuando, pero el día que venga, vendrá sin previo aviso. A muchos no sorprenderá, y no va a ser bueno si estamos llevando una vida descuidada y perezosa. Pero a los que estén practicando una vida laboriosa y trabajando para el bien, esto es, si no estamos haciendo una vida ociosa, habrá reconocimiento. Cuidemos este tiempo de espera, no nos dejemos caer en tentaciones, en la comodidad, en el placer mundano, o en las mentiras de los falsos profetas que bajo rostro bondadoso, esconden su maldad, son lobos disfrazados de ovejas. Es decir que las cosas temporales no nos hagan descuidar las espirituales.

4. ESPERANDO SU VENIDA OREMOS INCESANTEMENTE
Cuando Jesús nos dice “Tened cuidado”, y luego nos pide “Estad prevenidos, recordemos que a esto mismo nos añade en el evangelio de Lucas, (Lc 21, 34-36) “orad incesantemente”, es decir, primero nos advierte en contra de los males y luego nos dice cómo ponerle remedio, y esto es con la oración. Oigamos a Jesús cuando nos dice: “Estad prevenidos” y para ello oremos incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podremos comparecer seguros ante el Hijo del hombre”
Muchas cosas nos son necesarias para vivir y no podemos prescindir de ella como los alimentos, tampoco podemos prescindir de las cosas espirituales, estas son aún más necesarias. Si no nos alimentamos nuestro cuerpo desfallece, si no rezamos, desfallece el alma. Si bien es cierto, que trabajar para vivir, es una obligación, no es menos cierto que como cristianos orar también lo es. Pero trabajar sin fe es desalentador y trabajar con una oración en los labios aumenta la eficacia. Y orar, no es decir muchas cosas con muchas fórmulas, es ponerse en la presencia del Señor y hablarle con palabras sencillas, que salgan del corazón, pero siempre teniendo en conciencia de saber con quien hablamos, como dice la santa madre Teresa de Jesús, "en un trato de amistad con quien sabemos nos ama", a un Dios que le hablamos como Padre, como hermano y como nuestro mas leal amigo. Pero no olvidemos que orar también es hacer silencio para oír que nos dice el Señor. Al Señor de la Audiencia perpetua, de la intimidad más maravillosa..

5. LO IMPORTANTE NO SOLO QUE DEBAMOS ORAR, LO HERMOSO Y GRANDE ES QUE PODAMOS ORAR.
Los evangelios están llenos de mandatos, exhortaciones y parábolas de Jesús pidiendo a sus Apóstoles que oren, que vigilen para no caer en la tentación, como en Getsemaní. “Velad y orad, para que no caigais en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil. (Mc 14,38). Y a las multitudes les enseñaba diciendo que oraran sin desfallecer y con insistencia. Y para garantizar la eficacia de la oración y persuadir a la confianza en el Padre, refiere la parábola del hombre que consigue de su amigo unos panes a media noche, cuando él y sus hijos están acostados, y asegura que cuánto más el Padre les dará lo que le pidan en su nombre. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! (Mt 7,7-12).

¿Quién no se sentirá estimulado a orar, y a orar unidos como hermanos, habiéndonos prometido el Señor: "En verdad os digo que, si dos de vosotros os ponéis de acuerdo sobre la tierra, cualquier cosa que pidáis les será concedida por mi Padre, que está en los cielos"? (Mt 18,19) Lo importante no solo que debamos orar, lo hermoso y grande es que podamos orar. La misión y el carisma de santa Teresa de Jesús en la Iglesia es ser pregonera de la oración, como camino de unión con Dios.
LA ESPERANZA ES LA VIRTUD POR EXCELENCIA DE ADVIENTO.
Nos hace mirar al mañana con confianza y valentía. Sin embargo, correría el riesgo de ser una esperanza ilusoria, vana, que se disiparía en la nebulosa de nuestra fantasía si no fuese capaz de mirar con realismo la situación presente y si no estuviese arraigada en el recuerdo de las cosas buenas conocidas y vividas. Ésta es la temática común de las lecturas de hoy.
En particular, la primera se fija en los beneficios realizados por Dios como base para esperar de nuevo su venida. La lectura comienza hablando de Dios, no del hombre: «Tú eres nuestro Padre, nuestro redentor» (1s 63,16); parte de la certeza de que Dios se ha vinculado a nosotros y que no puede quedarse lejos. Por lo demás, en la historia de toda relación (bien sea dentro de una pareja, entre amigos, en el seno de una comunidad... ) el recuerdo de los momentos felices vividos juntos y de las dificultades afrontadas en armonía y solidaridad, puede ser fuente de fortaleza para afrontar nuevas dificultades. Lo mismo ocurre en la relación con Dios, donde nunca podemos renunciar a la memoria.
Pero además la esperanza debe ser una palabra que sea verdadera y creíble en el presente. Por esta razón se conjuga con la vigilancia y la laboriosidad. En la "casa" que es la Iglesia, todos los criados tienen su tarea, y todos se llaman "siervos". Siervo es una persona que pertenece a otro, que no tiene dominio ni sobre su propia vida. En la casa de este Señor, todos tienen esta condición de no pertenecerse a sí mismos, sino sólo a Él y a los demás. El ejemplo de los discípulos que se durmieron en vez de velar con Jesús en el huerto de Getsemaní muestra a las claras que esta vigilancia no es una actitud más, sino que coincide sustancialmente con la capacidad de dar la vida, como fue la actitud de Jesús. Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (E
La mejor sugerencia como oración, en este caso, es volver a leer el texto de la primera lectura de este I Domingo de Adviento, (Is 63, 16-17; 64,1.3-8) ya que el mismo texto es una súplica.
“Tú, Señor, eres nuestro Padre”. Mientras vamos acercándonos a ti, Padre, sentimos estas palabras en toda su fuerza. Te has comprometido con nosotros, te has expuesto por nuestro "rescate", y así podemos apelar a este título para llamar a tu corazón. No recuerdes quiénes somos, recuerda quién eres tú, ya que nosotros somos barro y tú el alfarero. No olvides la obra de tus manos.
Señor Jesús, que nos has confiado tu casa, la Iglesia y todos nuestros hermanos para que cuidemos unos de otros en espera de tu vuelta, no dejes que decaigan nuestros brazos abatidos por el cansancio o por el sueño. No nos abandones al poder de nuestro pecado y nuestra iniquidad.
Tú que nos llamas "siervos" concédenos reconocemos en ti, ya que te has hecho siervo nuestro.
Estad alerta, vigilad», es lo que nos mandas: como quien pasa la noche de guardia atento a cualquier ruido nocturno porque puede ser precursor de algo inesperado, haz que tengamos el ojo avizor y el oído atento para percibir dónde estás y dónde nos llamas a colaborar.
CONTEMPLACION

Una pregunta seria. Vigilar: ¿qué significa para Cristo? Estar vigilantes. No se trata solamente de creer, sino de estar alerta. ¿Sabéis lo que significa esperar a un amigo, esperar que llegue cuando se retrasa? ¿Estar ansiosos por algo que puede suceder o no? Vigilar por Cristo se asemeja algo a todo esto. Vigilar con Cristo es mirar hacia delante sin olvidar el pasado. No olvidar lo que ha sufrido por nosotros es perdernos en contemplación atraídos por la grandeza de la redención. Es renovar continuamente en el propio ser la pasión y agonía de Cristo, es revestirse con gozo del manto de aflicción que Cristo quiso llevar y luego dejarlo subiendo al cielo. Es separación del mundo sensible y vivir en el mundo invisible con el móvil de que Cristo vendrá como dijo. Es deseo afectuoso y agradecido de esta segunda venida de Cristo: esto es vigilar (J. H. Newman, Diario spirituale e meditaúoni, Novara s.f., 9 1-93).
Al comienzo del Adviento, gracias por estos mensajes y pido que oremos juntos para esperar la venida del Señor. Deseo al blog y a los lectores una fecunda espera
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