SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS - 1 DE NOVIEMBRE 
"Gocémonos      todos en el Señor,
 
 
"Gocémonos      todos en el Señor,
      al celebrar esta fiesta en honor
      de todos los Santos, de cuya
      solemnidad se alegran los Ángeles,
      y ensalzan al Hijo de Dios".
                                                           
 La SolemnidadLa Iglesia nos manda echar en este día una mirada al cielo, que es        nuestra futura patria, para ver allí con San Juan, a esa turba magna, a        esa muchedumbre incontable de Santos, figurada en esas series de 12,000        inscritos en el Libro de la Vida, - con el cual se indica un número        incalculable y perfecto, - y procedentes de Israel y de toda nación,        pueblo y lengua, los cuales revestidos de blancas túnicas y con palmas        en las manos, alaban sin cesar al Cordero sin mancilla.         Cristo, la Virgen,  los nueve coros de ángeles, los Apóstoles y        Profetas, los Mártires con su propia sangre purpurados, los Confesores,        radiantes con sus blancos vestidos, y los castos coros de Vírgenes        forman ese majestuoso cortejo, integrado por todos cuantos acá en la        tierra se desasieron de los bienes caducos y fueron mansos, mortificados,        justicieros, misericordiosos, puros, pacíficos y perseguidos por Cristo.        Entre esos millones de Justos a quienes hoy honramos y que fueron        sencillos fieles de Jesús en la tierra, están muchos de los nuestros,        parientes, amigos, miembros de nuestra familia parroquial, a los cuales        van hoy dirigidos nuestros cultos. Ellos adoran ya al Rey de reyes y        Corona de todos los Santos y seguramente nos alcanzarán abundantes        misericordias de lo alto. 
Esta fiesta común ha de        ser también la nuestra algún día, ya que por desgracia son muy        contados los que tienen grandes ambiciones de ser santos, y de amontonar        muchos tesoros en el cielo. Alegrémonos, pues, en el Señor, y al        considerarnos todavía bogando en el mar revuelto, tendamos los brazos,        llamemos a voces a los que vemos gozar ya de la tranquilidad del puerto,        sin exposición a mareos ni tempestades. Ellos sabrán compadecerse de        nosotros, habiendo pasado por harto más recias luchas y penalidades que        las nuestras. Muy necios seríamos si pretendiéramos subir al cielo por        otro camino que el que nos dejó allanado Cristo Jesús y sus Santos.
Los Santos
La        Sagrada Biblia llama "Santo" a aquello que está consagrado a        Dios. La Iglesia Católica ha llamado "santos" a aquellos que        se han dedicado a tratar de que su propia vida le sea lo más agradable        posible a Nuestro Señor.
Hay        unos que han sido "canonizados", o sea declarados oficialmente        santos por el Sumo Pontífice, porque por su intercesión se han        conseguido admirables milagros, y porque después de haber examinado        minuciosamente sus escritos y de haber hecho una cuidadosa        investigación e interrogatorio a los testigos que lo acompañaron en su        vida, se ha llegado a la conclusión de que practicaron las virtudes en        grado heroico.
Para        ser declarado "Santo" por la Iglesia Católica se necesita        toda una serie de trámites rigurosos. Primero una exhaustiva        averiguación con personas que lo conocieron, para saber si en verdad su        vida fue ejemplar y virtuosa. Si se logra comprobar por el testimonio de        muchos que su comportamiento fue ejemplar, se le declara "Siervo de        Dios". Si por detalladas averiguaciones se llega a la conclusión        de que sus virtudes, fueron heroicas, se le declara        "Venerable". Más tarde, si por su intercesión se consigue        algún milagro totalmente inexplicable por medios humanos, es declarado        "Beato". Finalmente si se consigue un nuevo y maravillosos        milagro por haber pedido su intercesión, el Papa lo declara        "santo".
Para        algunos santos este procedimiento de su canonización ha sido        rapidísimo, como por ejemplo para San Francisco de Asís y San Antonio,        que sólo duró 2 años. Poquísimos otros han sido declarados santos        seis años después de su muerte, o a los 15 o 20 años. Para la inmensa        mayoría, los trámites para su beatificación y canonización duran 30,        40,50 y hasta cien años o más. Después de 20 o 30 años de        averiguaciones, la mayor o menor rapidez para la beatificación o        canonización, depende de que obtenga más o menos pronto los milagros        requeridos.
Los        santos "canonizados" oficialmente por la Iglesia Católica son        varios millares. Pero existe una inmensa cantidad de santos no        canonizados, pero que ya están gozando de Dios en el cielo. A ellos        especialmente está dedicada esta fiesta de hoy.
La Santa Biblia afirma que al Cordero de Dios lo sigue una multitud        incontable.
En        el cielo están San Chofer de bus y Santa Lavandera de ropa. San        Mensajero y Santa Secretaria. Santa Madre de familia y San Gerente de        Empresa. San Obrero de construcción y San Agricultor. San Colegial y        Santa Estudiante. Santa Viuda, Santa Solterona, Santa Niña y Santa        Anciana. San Sacerdote, San Obispo, San Pontífice, San Limosnero, San        Celador, Santa Cocinera, San Arrendatario y San Millonario, y muchos        más que amaron a Dios y cumplieron sus deberes de cada día.
Señor Jesús: que cada uno de nosotros logremos formar también parte un día        en el cielo para siempre del número de tus santos, de los que te        alabaremos y te amaremos por los siglos de los siglos. Amén.
Esta        es la voluntad de Dios: Que lleguemos a la santidad.
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario