Muchos se han sentido profetas y propietarios de su Iglesia, para cambiar la enseñanza, la celebración litúrgica etc.., hemos olvidado acaso que el celebrante celebra "in persona Christi", no en su propio nombre, y que no es propietario de la Liturgia ni de la Fe de la Iglesia, que es un administrador de un gran don recibido que debe de cuidar con extrema fidelidad, porque tiene que dar cuenta de ello. No podemos confundir a los fieles como lo estamos haciendo, las diferencias en cosas fundamentales de fe. costumbres. celebración y vida hacen que muchas parroquias, comunidades e individuos no representen a la auténtica Iglesia Católica, sino a su iglesia particular reformada a su gusto y entendimiento.
Desgraciadamente la Iglesia desde donde hay poder de unificar y aclarar, no se atreve a hablar claramente del problema que estamos sufriendo y que cada día es mayor y más rupturista, por la incomprensión y falta de aceptación de unos grupos hacia otros. Por eso antes de ofrecer una Casa Común a todos los hermanos cristianos, hemos de tenerla y esa Casa Común no la sentimos ni siquiera los que estamos dentro, ¿qué pensarían si vinieran y vieran nuestras divisiones tan graves y grupos tan diversos? Valdría la pena ofrecerles este desconcierto en el que nosotros estamos inmersos, sin que nadie haga nada. Todas las advertencias y normas que envía la Santa Sede, son desoídas y despreciadas por una gran mayoría. N o podemos seguir en esta loca deriva personalista, creativa y en muchas ocasiones auténticamente herética.
Espero nos haga pensar el artículo del Cardenal Cañizares que me permito poner a vuestra reflexión. Estoy seguro de la actitud hostil y violenta, que no es la primera vez, de los intransigentes de turno que no admiten más que su "verdad" y no quieren siquiera reflexionar si otros pueden tener razón y ellos en algo equivocados. Necesitamos más humildad, más oración, más unidad en torno al Santo Padre y conocimiento y fidelidad a los dogmas y al magisterio. Es triste revisar las traducciones que estamos usando de las distintas plegarias eucarísticas, no con errores por ignorancia, sino con mucha sabiduría para cambiar el sentido de lo que debe significar lo que celebramos... El Señor haga realidad su deseo: "Que seáis uno como mi Padre y Yo somos Uno". Perdonad si os molesto, pero la intención es la mejor, debemos sentirnos hermanos y buscar encontrarnos en la unidad de la Fe.
El Cardenal hizo esta afirmación el pasado 15 de enero en respuesta a las preguntas de los periodistas luego de dar una conferencia sobre el Concilio Vaticano II en la Embajada de España ante la Santa Sede.
El Purpurado español contó el hecho a manera de anécdota: "en una ocasión vino a verme entre otros, Mons. (Bernard) Fellay, que preside a los de la Hermandad de San Pío X y me dijo, ‘venimos de una abadía que queda junto a Florencia. Si Mons. Lefebvre hubiese conocido como se celebraba allí, no hubiese dado el paso que dio’. Ese misal que se celebraba allí es el Misal de Pablo VI en su realidad más estricta".
El Misal Romano de Pablo VI es la expresión ordinaria de la Misa nacida del Concilio Vaticano II y es uno de las disposiciones que rechaza la FSSPX y que es motivo de cisma. Los Lefebvristas defienden las tradición del antiguo Misal Romano de San Pio V, también conocido como misal de Juan XXIII por haber sido revisado en 1962, (durante su pontificado).
El Cardenal Cañizares conversó luego con un grupo más reducido de periodistas, a quienes les precisó un poco más lo que dijo sobre los lefebvristas y el Misal de Pablo VI: "incluso los que siguen a la Hermandad de San Pío X, fundada por Mons. Lefebvre, cuando participan en la Eucaristía bien celebrada, dicen, ‘si esto fuese así en todas partes no habría necesidad de lo que ha ocurrido’ y que realmente nos ha producido esta separación".
El Prefecto explicó además que "el (Concilio) Vaticano II más que los cambios, nos ofrece una visión de la liturgia en continuidad con toda la Tradición de la Iglesia y la reflexión teológica que hace sobre la liturgia. Los cambios son consecuencia de esta reflexión teológica dentro de la Tradición eclesial y además también continuando con todo el movimiento litúrgico que se había iniciado en Francia con la reflexión del Padre Prosper Gueranger".
Para tratar demostrar que la liturgia no debe ser motivo de división, a mediados de 2007 el Papa Benedicto XVI publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum por el que estableció la plena liberación para el uso del Misal de San Pío V.
Son otros muchos los pasos dados por el Santo Padre para propiciar la reconciliación con la FSSPX. El 21 de enero de 2009 levantó la excomunión que pesaba sobre los cuatro obispos ordenados por Lefebvre en 1988, entre ellos Bernard Fellay. Aunque recordó que los cuatro obispos debían dar su "pleno reconocimiento del Concilio Vaticano II", así como al Magisterio de los Papas posteriores a Pío XII para la plena comunión.
Una vez más, en 2011, el Papa dio la oportunidad a la FSSPX de terminar con el cisma con la oferta de un preámbulo doctrinal.
En 2012 el órgano de la Iglesia encargado del diálogo con la FSSPX, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, anunció que estos pidieron "un tiempo adicional de reflexión y estudio" sobre la aceptación de dicho preámbulo.
El Purpurado español contó el hecho a manera de anécdota: "en una ocasión vino a verme entre otros, Mons. (Bernard) Fellay, que preside a los de la Hermandad de San Pío X y me dijo, ‘venimos de una abadía que queda junto a Florencia. Si Mons. Lefebvre hubiese conocido como se celebraba allí, no hubiese dado el paso que dio’. Ese misal que se celebraba allí es el Misal de Pablo VI en su realidad más estricta".
El Misal Romano de Pablo VI es la expresión ordinaria de la Misa nacida del Concilio Vaticano II y es uno de las disposiciones que rechaza la FSSPX y que es motivo de cisma. Los Lefebvristas defienden las tradición del antiguo Misal Romano de San Pio V, también conocido como misal de Juan XXIII por haber sido revisado en 1962, (durante su pontificado).
El Cardenal Cañizares conversó luego con un grupo más reducido de periodistas, a quienes les precisó un poco más lo que dijo sobre los lefebvristas y el Misal de Pablo VI: "incluso los que siguen a la Hermandad de San Pío X, fundada por Mons. Lefebvre, cuando participan en la Eucaristía bien celebrada, dicen, ‘si esto fuese así en todas partes no habría necesidad de lo que ha ocurrido’ y que realmente nos ha producido esta separación".
El Prefecto explicó además que "el (Concilio) Vaticano II más que los cambios, nos ofrece una visión de la liturgia en continuidad con toda la Tradición de la Iglesia y la reflexión teológica que hace sobre la liturgia. Los cambios son consecuencia de esta reflexión teológica dentro de la Tradición eclesial y además también continuando con todo el movimiento litúrgico que se había iniciado en Francia con la reflexión del Padre Prosper Gueranger".
Para tratar demostrar que la liturgia no debe ser motivo de división, a mediados de 2007 el Papa Benedicto XVI publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum por el que estableció la plena liberación para el uso del Misal de San Pío V.
Son otros muchos los pasos dados por el Santo Padre para propiciar la reconciliación con la FSSPX. El 21 de enero de 2009 levantó la excomunión que pesaba sobre los cuatro obispos ordenados por Lefebvre en 1988, entre ellos Bernard Fellay. Aunque recordó que los cuatro obispos debían dar su "pleno reconocimiento del Concilio Vaticano II", así como al Magisterio de los Papas posteriores a Pío XII para la plena comunión.
Una vez más, en 2011, el Papa dio la oportunidad a la FSSPX de terminar con el cisma con la oferta de un preámbulo doctrinal.
En 2012 el órgano de la Iglesia encargado del diálogo con la FSSPX, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, anunció que estos pidieron "un tiempo adicional de reflexión y estudio" sobre la aceptación de dicho preámbulo.
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