30 mayo 2017

FESTIVIDAD DE SANTA MARÍA REINA - 31 DE MAYO




La memoria litúrgica: La memoria de santa María Virgen Reina es, evidentemente, paralela a la solemnidad de N.S. Jesucristo, Rey del universo, y hay que decir que, prácticamente le ha dado pie el arraigo de esta última.





. Ya en los comienzos del presente siglo, en el congreso mariano celebrado en Lyon en 1900, se hizo un voto para la institución de la "fiesta de la realeza universal de María" y para añadir en las letanías lauretanas la invocación "Reina del mundo, ruega por nosotros". Un deseo semejante se expresó en el congreso de Friburgo de 1902, y en el de Einsiedein de 1906; en el primero, incluso, se pedía la fecha precisa del 31 de mayo, mientras que en el segundo se solicitaba, de un modo más general, que los nuevos textos litúrgicos sirvieran de clausura al mes mariano. Pero fue después de la institución de la fiesta de Cristo Rey, establecida por Pío Xl como clausura del año santo de 1925, cuando empezó un amplio movimiento en favor de una fiesta propia de la realeza de María. Así, en 1933, surgía en Roma, por obra de María Desideri, el "Movimiento internacional Pro regalitate Maríae" que pretendía difundir entre los fieles la idea y la devoción a la realeza mariana y obtener de la Santa Sede una fiesta litúrgica con ese título, reuniendo la adhesión de obispos y de otras personalidades del mundo católico. Así se recogieron miles de peticiones en doce volúmenes, que fueron presentados a Pío Xll.



En el mismo año de 1933 el obispo de Port-Said bendecía la primera piedra de una catedral dedicada a María, Reina del mundo, consagrada después solemnemente por un legado papal el 13 de enero de 1937. Junto a las manifestaciones de culto uno de los primeros efectos de este movimiento fue el de suscitar diversos estudios sobre el tema. Comenzó con un trabajo famoso titulado De María Regina, de De Gruyter. Así en 1954, al finalizar el año mariano para el centenario de la definición dogmática de la Inmaculada, Pío Xll casi no tuvo que hacer más que recoger ese amplio movimiento del pueblo de Dios sobre el tema, y el día 11 de octubre publicó su encíclica Ad coeli Reginam, que contiene los motivos histórico-teológicos de la decisión, y el 1 de noviembre, como conclusión del Congreso internacional mariológico-mariano (casi todo él dedicado a profundizar la cuestión), proclamó la fiesta litúrgica de María Reina, que debía celebrarse el 31 de mayo. Como signo tangible de aquel hecho volvió a coronar con su mano a la venerada imagen de María Salus Populi Romani. Los textos propios de la misa y del oficio de la nueva fiesta vieron la luz pocos meses después.

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