16 junio 2017

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI - 2017
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Celebrar esta fiesta de Corpus es:
- renovar la Alianza de amor con el Señor;
- hacer memoria y memorial de su entrega y de su compromiso de amor;
- renovar nuestra actitud de vivir el mandamiento del amor;
- comulgar con Cristo en su entrega y comulgar con el hermano en amor y justicia.
1. Durante la cena, Jesús tomó pan (v. 22)

En la cena pascual, la que conmemoraba la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, Jesús realiza la verdadera liberación de la esclavitud de todo pecado.
En la cena pascual, que conmemoraba la Alianza de Dios con su pueblo en el Sinaí, Jesús quiere realizar la nueva y eterna Alianza, la total, la definitiva, de Dios con todos los humanos.
En la cena pascual, Jesús se entrega por amor y voluntariamente al plan de Dios, antes de que Judas le entregara por traición. Jesús se ofrece en sacrificio como el verdadero Cordero que quita el pecado del mundo.
En la Cena pascual, que celebra la Liturgia de la Iglesia, celebramos el encuentro de salvación de Jesús y nosotros, para que la vida del Resucitado transforme nuestra existencia.
En la Cena pascual, el Pan que nos regala y distribuye Jesús, es el Pan de nuestra vida que lo hemos de compartir con los hermanos, en la mesa fraternal.
En la Cena pascual, que actualiza la Liturgia, Jesús se consagra y se entrega con la Iglesia, Cuerpo Místico, para que sus discípulos quedemos consagrados en Él mismo, y en nuestra vida brille la luz del Resucitado.
En la Cena pascual, que la Liturgia celebra, el Pan se parte, se reparte y se comparte. Que seamos para los demás el Pan repartido y compartido y así crezcamos en fraternidad y en comunidad.
2. Tomad y comed , esto es mi Cuerpo... ésta es mi Sangre (vs. 22 y 24)




Jesús se entrega totalmente. Lo hizo en su vida mortal... hasta la muerte. Lo sigue haciendo en todo tiempo y lugar y a cada persona. La Eucaristía es Él mismo, entregado en forma de pan.
Jesús en la Eucaristía es nuestro alimento total, porque Él se encarna en nosotros para que vivamos en Él. Mejor, Él viva en nosotros. Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20).
Para recibir a Jesús como Pan que da la vida (Jn 6, 51), hay que tener hambre. Sentir la necesidad de alimentarse de este Pan. Sentir hambre y sed de justicia para atender a los que carecen de pan como alimento corporal y amor como alimento psicológico.
Para recibir a Jesús como Pan que baja del cielo, hay que adherirse a Jesús por la fe. Porque el que come de este pan vivirá para siempre (Jn 6, 51).
Para comulgar a Jesús como Pan que da la vida, hay que seguir a Jesús por el desierto y renunciar a otras hambres desordenadas. Ellos murieron, pero el que coma de este pan, vivirá para siempre (Jn 6, 58).
Para identificarse con este Pan, hay que estar con Jesús en todo momento y afirmar con Pedro: Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68).
Para vivir con Jesús, hay que comer de este Pan. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día (Jn 6, 54).
Para llegar a ser uno con Jesús, hay que creer en sus palabras. Porque las palabras que les he dicho son espíritu y vida (Jn 6, 63).
El Pan que comulgamos exige de nosotros: entrega, ofrenda, comunión, por amor, con Jesús y con los hermanos.

                                                                  

La Eucaristía es la donación total de Jesús, más allá de su muerte, para todos los tiempos, para todas las personas. También yo debo seguir a Jesús en mi donación generosa para bien de los demás.
La Eucaristía es el memorial vivo de las “maravillas” que Dios hace por cada uno de nosotros. Cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos, conmigo lo hicieron (Mt 25, 41).
La Eucaristía es “acción de gracias”. Todos los momentos de cada día, que sean actos de agradecimiento al Señor por quedarse siempre con nosotros.
La Eucaristía es ofrenda permanente para gloria del Señor. Mi vida, que sea también un ofertorio constante a favor del prójimo, ya que la gloria de Dios es que el hombre viva (San Ireneo).



Que yo sea transformado por Ti, Señor. Que mi corazón, mi cuerpo, mi vida toda se identifique con tus ideales, Jesús. Que mi humanidad sea una humanidad añadida a la tuya. Para que ya no sea yo quien piensa, actúa, habla, sino tu Presencia y tu Persona que están en mí.


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A Jesús hecho hostia ofrecida para la salvación de todos.
A Jesús que lo da todo, en todos los momentos de la historia para bien de todos.
A ti mismo, que vives este anhelo de identificarte con Jesús como ofrenda para los demás.

                       
       

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