28 julio 2017

LOS SANTOS NOTICIA DIARIA: SANTOS MARTA MARÍA Y LÁZARO HOSPEDEROS DEL SEÑOR- 29 DE JULIO

LOS SANTOS NOTICIA DIARIA: SANTOS MARTA MARÍA Y LÁZARO, HOSPEDEROS DEL SEÑOR 29 DE JULIO
Marta significa: “señora; jefe de hogar”. Como hermana mayor de la familia, igual que su nombre, está bien acorde con el oficio de llevar la casa, que desempeñó con tanto esmero como su condición de ama, concienzuda y hacendosa se merecen.

Santa Marta
Santa Marta

En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía ésta familia de la cual dice el Evangelio un elogio hermosísimo: “Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro”. Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús.  En el marco de esta Casa de Betania y de los hermanos que en ella vivían, se ha inspirado el espíritu de acogida cristiana; los benedictinos celebramos el origen de todas las hospederías, mesones, hostales y hoteles, pues fue San Benito nuestro Padre y Fundador quien quiso sacar la lección practica de Betania con la fundación de las hospederías de los monasterios, donde el lema de San Benito era: "recibid a todo el que llegue como al mismo Cristo..." Hoy es la fiesta de nuestros hospederos y hospederías y el día de seguir fieles al espíritu de San Benito en nuestra acogida de corazón y que sientan la hospedería como Jesús se sentía en Betania.
Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.
Marta es la mujer activa –eterna trabajadora– que siempre quiso hacer agradable la estancia a Jesús. No para en el trajín de limpiar, ordenar, estar atenta para que no falte nada y de preparar mesa ante la llegada de Jesús y sus compañeros que cuadruplican las tareas habituales de una casa proyectada para tres. Y por si fuera poco atender al menaje y al fogón, siente la urgencia de hacerlo pronto, porque bien sabía ella el hambre que arrastraban aquellos hombres que vivían solo de las limosnas que les daban. Es la mujer de la confianza.
Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles y las santas mujeres (madres de algunos apóstoles, etc). Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. Oír a Cristo es lo más hermoso que pueda existir. El estaba sentado en un sillón y los demás, atentísimos, sentados en el suelo escuchando. Y allí, en medio de todos ellos, sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada,oyendo tan formidables enseñanzas.
De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda confianza: “Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta tarea?”.
Y Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le responde: “Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será quitada”. Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación
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Narra San Juan en el capítulo 11 “Sucedió que un día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales muy graves de que se iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: Señor aquel que tú amas, está enfermo. Que bello modo de comunicarle la noticia. Sabemos que lo amas, y si lo amas lo vas a ayudar.
Pero Jesús (que estaba al otro lado del Jordán) no se movió de donde estaba. Un nuevo mensajero y Jesús no viene. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá.
- Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.
- Marta le contesta: Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos.
- Jesús añadió: Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?
- Marta respondió: Sí Señor; yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
Maravillosa profesión de fe hecha por esta santa mujer. Dichosa Marta que hizo decir a Jesús verdades tan formidables.
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?” Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
Santa Marta bendita, no dejes de rogar a Jesús por tantos Lázaros muertos que tenemos en nuestras familias. Son los que viven en pecado mortal. Que Cristo el Salvador venga a nuestros hogares y resucite a los que están muertos por el pecado y los libre de la muerte eterna, por medio de una verdadera conversión.
Dijo Jesús: si crees verás la gloria de Dios.
Como se verá, Marta está bien detallada en los evangelios por ser bien conocedora del Maestro y metida en la intimidades de Jesús. Todas las ocasiones en que aparece en la literatura evangélica, son anteriores a la pasión; pero los datos evangélicos son más que suficientes para pergeñar una buena hagiografía.
Marta, patrona de hospederos, amas de casa, administradoras, limpiadoras, cocineras, hoteleros, planchadoras, lavanderas, tejedoras y decoradora, desaparece de la historia neotestamentaría en las páginas de los evangelios. Lo demás que se sabe de ella, son probabilidades y fábula. Los franceses la vieron junto a María y Lázaro, hecho todo un obispo predicador del Evangelio, por Marsella. Los italianos, con el permiso de Paulo III, levantaron un templo en el siglo XVI en honor a Marta por el impulso de San Ignacio. Pero lo más probable es que la tumba paleocristiana del siglo I encontrada con los nombres tallados de “Marta y María”, en la ladera noroccidental del Monte Olivette, en el lugar llamado Dominus flevit, sea significativo. Solo falta por determinar lo imposible: Que las dos personas llamadas así, coincidan con las dos hermanas de Lázaro. Aunque muy probable no de seguridad.

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