En la primera lectura, el Profeta Isaías revela el Plan de Dios por el cual el pueblo elegido iba a ser agente de reunión de todos los pueblos de la tierra para que se salvaran. Es una profecía importante para el tiempo de la Salvación plena que iba a traer Cristo.
El salmo 66 se cantaba en las procesiones de acceso al Templo o en otros actos litúrgicos procesionales de los judíos. Y se refleja el deseo de que todos los pueblos alaben a Dios por su justicia, amor y ternura hacia sus criaturas. Es un himno alegre que nos debe traer a nosotros –ahora mismo—la gran alegría de sabernos amados por Dios
San Pablo de Tarso, en la segunda lectura, sacada del capitulo 11 de la Carta a los Romanos, habla de la resistencia de los israelitas a recibir el mensaje de Cristo. Pero al final el plan de Dios se cumplirá y los judíos alcanzarán la misericordia. Y será el trabajo misionero de Pablo entre los gentiles lo que propiciará esa salvación final del Pueblo de Israel.
En el Evangelio de Mateo un diálogo interesantísimo entre Jesús y la mujer cananea. La fe y la humildad de ella nos descubren un prodigio de fe. Pero sobre todo una realidad permanente, que ya venía de antiguo, y sería confirmada por la misión de Cristo. Y es que la salvación es para todos. De todos los pueblos y de todas las épocas. Es, por tanto, una realidad completa y universal.
Maravilla, sin duda, la extraordinaria conversación entre Jesús de Nazaret y la mujer cananea. Jesús, sin duda, ya sabía que iba a decir ella, pero quiere como en otros muchos casos, ejemplos y momentos producidos en su vida pública que la persona que tiene enfrente se manifieste. Y así, Jesús y la mujer cananea parece que tienen un enfrentamiento dialéctico. El Señor parece que no acepta la petición de la mujer y pone límites a su misión, pero es solo un planteamiento para que ella luche y se exprese en profundidad, con todo su corazón. Y en efecto, si los perrillos se comen las migajas que caen de las mesas de sus amos, ¿cómo no van a tener sitio en ellas los hijos de Dios?, pero hacía falta que eso se manifestara ante toda la multitud para que se produjera la enseñanza que Cristo deseaba. Y como en el caso de lo que dijo Isaías muchos años antes se descubre la universalidad del mensaje cristiano, que como decíamos antes es para todos y de todas las épocas.
San Pablo nos ha dicho que finalmente sus hermanos de raza de salvaran por gracia de los gentiles, por los trabajos de los extranjeros seguidores del Evangelio. Y sobre ello podríamos plantear dos consideraciones de importancia. Hay autores de importancia –y entre ellos el teólogo Romano Guardini— que señalan que la dirección del trabajo salvador de Jesús pudo cambiar ante la resistencia del pueblo judío o de una parte de ello. Guardini afirma que Jesús de Nazaret inició su misión pensando que se podría llegar a la felicidad completa narrada por Isaías y en la que las lanzas se convertían en podaderas y el león y el cabrito pastaban juntos. Pero el Enemigo, el Malo, se interpuso y hubo que cambiar los planes. Por eso, podría suponerse que Jesús quiso, en principio, dejar su mensaje solo al Pueblo de Israel y que luego este, también como decía el profeta, expandiera la salvación de Dios a todos.
La otra consideración es el uso consciente de la paradoja por parte de Jesús. Es como si quisiera que esa disyuntiva trajese mejor la verdad a las almas de quienes le escuchaban. ¿No es cierto que supo desde mucho antes de producirse que la hemorroisa iba a curarse al tocar su manto? ¿No dejó gritar un poco más de la cuenta al ciego que le esperaba a la vera del camino? ¿Estaba verdaderamente dormido mientras la tempestad arreciaba contra la barca de los apóstoles? ¿No hace lo mismo con nosotros, en nuestra vida de ahora, en lo que nos ocurre cada día? ¿No está esperando que, mediante la paradoja, nosotros nos demos cuenta de que Él sigue a nuestro lado? Y sería bueno que no olvidemos una cosa principal. Las enseñanzas contenidas en la Palabra de Dios tienen, por supuesto, un destino comunitario, dirigida a toda la Asamblea del Pueblo de Dios, pero también son una llamada personal e individual a todos y cada uno de nosotros. Y así, hoy, podríamos pensar que las enseñanzas que Jesús nos ofrece en esta Eucaristía son solo para un grupito elegido, mientras que nos está diciendo que salgamos a evangelizar, a que nuestra base de conocimiento de la doctrina cristiana sea el principio de la conversión de todos los que están a nuestro alrededor y alejados de Cristo. Y es una llamada personal que el Señor nos hace.
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