30 septiembre 2017

DOMINGO XXVI T. ORDINARIO CICLO A - 1 DE OCTUBRE

Resultado de imagen de parabola de jesus sobre un padre que envia a sus hijos y uno dice si y otro no
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"Obras son amores…." Cuando Jesús tomó la decisión de "subir a Jerusalén" sabía muy bien sus consecuencias. Allí tendría que enfrentarse a las autoridades religiosas, los príncipes de los sacerdotes, los ancianos y escribas. Tras ser aclamado por el pueblo, consciente de cuál era su misión, realizó la "purificación del Templo", lo cual provocó la indignación de los líderes religiosos, que cuestionaban el origen de su poder, movidos por la envidia y el fanatismo. Jesús es consecuente y valiente, pero no tonto y por eso les pone en apuros cuando les cuestiona sobre el origen del bautismo de Juan. Si dicen que del cielo, ¿por qué lo condenaron?; si dicen que de los hombres ¿qué dirá el pueblo que le tenía por profeta? Al responder que no lo sabían, Jesús se defiende diciéndoles que El tampoco contestará a su perversa pregunta. Y entonces, para ponerles en evidencia, les cuenta la "parábola de los dos hijos". La conclusión es que ellos, los jefes religiosos judíos son como el segundo hijo que dijo "Voy, señor", pero no fue. Son unos palabreros que dicen y no hacen. Es decir, unos hipócritas incapaces de corroborar con los hechos lo que dicen con las palabras. En ellos no hay ni una palabra mala, ni una buena acción. Y ya dice el refrán: "Obras son amores y no buenas razones". Los publicanos y las prostitutas les precederán en el reino de los cielos, porque creyeron. Ya lo había anunciado el profeta Ezequiel: Dios acoge al pecador que "se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia", porque, como dice el salmo, su ternura y misericordia son eternas. Y todo porque el Señor es bueno y enseña su camino a los humildes. El peor pecado es el orgullo y la hipocresía.
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Cumplir la voluntad del Padre. El primer hijo, en cambio, dijo: "No quiero", pero fue. Este hizo la voluntad del padre, porque recapacitó y cambió de actitud y de comportamiento. Se parece al hijo pródigo, que se fue de casa, pero volvió. Estamos muy acostumbrados a escuchar mensajes y de tanto oírlos nos hemos vuelto escépticos, pensamos que ya no podemos hacer nada. San Agustín en el comentario de este fragmento del evangelio nos dice: "Eres cristiano, frecuentas la iglesia, escuchas la palabra de Dios y te emocionas de alegría con su lectura. Tú alabas a quien la expone, yo busco quien la cumpla. Eres cristiano, frecuentas la iglesia, amas la palabra de Dios y la escuchas de buena gana. Ve lo que te propongo, examínate al respecto, estate pendiente de ello, sube al tribunal de tu mente, ponte en presencia de ti mismo, y júzgate; y si encuentras que eres un malvado, corrígete. He aquí la propuesta". Se nos pide hoy que seamos consecuentes: la fe se demuestra con las obras. ¡Basta ya de poner disculpas!
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 Tú puedes cambiar el mundo. En cierta ocasión, un orador quería convencer a los que acudieron a escuchar su discurso, de la necesidad de colaborar y pasar a los hechos. Muchas veces había escuchado el lamento escéptico: "Pero yo... ¿qué puedo hacer?". Aquel día mandó apagar las luces del estadio en el que estaban. Cuando ya estaban todos en tinieblas preguntó: "¿Alguno podría ayudar a iluminarnos?". Todos permanecieron en silencio.... Sacó su mechero y lo encendió: "¿Veis esta luz?". Respondieron afirmativamente...... y volvió a preguntarles: "¿Nos sirve para algo?". Nuevamente el silencio..."Sacad cada uno vuestro encendedor y, cuando os dé la señal, encendedlo". El estadio se iluminó. La moraleja es muy clara. En el mundo hay muchas cosas que no están bien, que deberíamos cambiar, pero, con la excusa del "yo no puedo cambiar el mundo", no hacemos nada. El mundo, ciertamente, no lo puedes cambiar, pero sí puedes aportar tu colaboración para que mejoren los ambientes donde tú vives: la familia, la clase, tu grupo cristiano, tu trabajo.... Si así lo haces, contribuyes a mejorar nuestro mundo. No seas pasota. No vale decir "que alguien lo haga", ¿por qué no tú, por qué no ahora?
Resultado de imagen de debemos predicar con el ejemplo y transformar al mundo en uno nuevo
 Debemos predicar con el ejemplo, pero ante todo tener mucha humildad. Así nos lo recuerda San Pablo en el himno cristológico de la Carta a los Filipenses. Jesús se anonadó, se despojó de su rango y se sometió a una muerte de cruz. El símbolo del cristiano significa entrega y victoria, pero en tiempo de los romanos era un signo de humillación donde se condenaba a los peores delincuentes. "Dejaos guiar por la humildad", nos dice San Pablo. Humildad viene de "humus", tierra. Se nos recomienda que recordemos nuestro origen, que "nos hagamos tierra", que nos abajemos al suelo. Si lo hacemos así, germinarán en nosotros todas las virtudes que deban adornar a un cristiano: entrañas comprensivas, unanimidad, un mismo amor y un mismo sentir, humildad, desprendimiento de los propios intereses. Nos decía san Agustín que notaremos si avanzamos en la virtud en la medida en que damos prioridad a las cosas comunes y de nuestro prójimo antes que a las nuestras. Si pasamos de los labios al corazón y de éste a las manos, daremos nuestro mejor testimonio de vida. Que lo que decimos lo sintamos y que seamos capaces de demostrarlo con nuestras obras.

Resultado de imagen de el profeta ezequiel llama al arrepentimiento
El profeta Ezequiel nos invita, en la primera lectura, a modificar nuestra manera de vivir. Siempre hay posibilidad de cambio, siempre existe la posibilidad del arrepentimiento, de mejorar la conducta, de optar por el bien. Sin embargo nosotros despreciamos a determinadas personas que se cruzan en nuestro camino, olvidando que su arrepentimiento puede ser mayor que el nuestro.
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Salmo 24 es una súplica del creyente ante una situación de angustia. Y era una oración muy frecuente entre los judíos contemporáneos de Jesús por la que pedían que el Señor les guiase por el camino justo, el de la verdad y de la justicia. Tambien a nosotros nos puede servir hoy para rectificar y recobrar la inocencia, volviendo al Padre que nos espera.
Resultado de imagen de cristo se humillo y se hizo siervo para salvarnos
 En la segunda lectura San Pablo nos recuerda cómo Cristo se hizo siervo y bajó hasta tocar la mayor humillación, ocupó el último puesto hasta llegar a anonadarse, marcando así el camino a sus seguidores. Sin embargo la vida común parece olvidarse de ello. Buscamos el prestigio, el ascenso, los títulos, los honores y por desgracia, a veces lo buscamos, en nombre del que arrinconó los privilegios para hacerse esclavo.
Resultado de imagen de la obediencia a Dios no puede ser de apariencia sino de corazon
 El evangelio de Mateo nos recuerda todas esas veces que somos fieles sólo de fachada. Somos correctos, respetamos las formas pero rechazamos una fidelidad que supone sacrificio, un compromiso hondo, una entrega por amor, una generosidad sin excepciones, una vida que grite a los demás. No nos engañemos creyendo que tenemos el Reino en posesión. Otros a los que precisamente catalogamos de irresponsables, quizá se hayan conmovido con la invitación de Cristo y hayan respondido el SÍ con su arrepentimiento. Pensemos que nunca se acaba de ser cristiano de verdad.
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