29 marzo 2018

SOLEMNIDAD DEL JUEVES SANTO CICLO B



Resultado de imagen de la ultima cena de jesus

Jesús nos deja como memorial de su pasión el sacramento de la Eucaristía. No hay forma humana de calibrar el valor de este sacramento. En nuestra vida damos mucha importancia a los bienes materiales, al pan que sacia nuestras necesidades físicas… ¿qué valor damos a alimento que da la vida eterna?

Teresa afirma que la Eucaristía es el don por excelencia del Padre, que ya no consiste en el maná del desierto, sino en el don de su propio Hijo. Es ese don-persona lo que pedimos al Padre al decirle que nos dé “el pan de cada día”. Y ese pan se lo pedimos para el “hoy” pasajero de la vida presente, y para el cada día de la eternidad.

“Cuando recibimos al Señor, cerremos los ojos del cuerpo y abramos los del alma. Es el momento de tratar con él. Buen tiempo para oír sus enseñanzas, agradecerle y suplicarle que no se aparte de nosotros.

La primera lectura 

del libro del Éxodo (12, 1-8.11-14) nos narra la comida del cordero por parte de los judíos, al comienzo de la noche de su liberación. Ese era el acontecimiento que conmemoraba el banquete pascual tomado por Jesús con sus discípulos. 

La cena pascual para los judíos, antes de salir de Egipto, y
los suyos.


San Pablo (1 Cor 11,23-26) recuerda, en la más antigua narración que ha llegado hasta nosotros de la institución
nvierten en alimento su Cuerpo y
verdadero y
suya ". 

Evangelio

San Juan (Jn 13,1-15) presenta a Jesús 'sabiendo que de Dios y a Dios volvía' pero que, ante cada hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se
el cordero que inmolaron para marcar con su sangre las puertas de sus casas, son figura del Cordero verdadero, Cristo Jesús, y de la cena de despedida que él celebró con


La segunda lectura 
de la Eucaristía, a todas las comunidades cristianas lo que él mismo recibió: que aquella memorable noche la entrega de Cristo llegó a hacerse sacramento permanente en un pan y en un vino que co Sangre para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos. Como dice el prefacio de este día: " Cristo único sacerdote, se ofreció como víctima de salvación y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración
el Padre había puesto todo en sus manos, que venía
arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida incansable. 



Resultado de imagen de la ultima cena de jesus
La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Eucaristía es Jesús real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra. Por la fe creemos que la presencia de Jesús en la Hostia y el vino no es sólo simbólica sino real; esto se llama el misterio de la transubstanciación ya que lo que cambia es la sustancia del pan y del vino; los accidente—forma, color, sabor, etc.— permanecen iguales.
La institución de la Eucaristía, tuvo lugar durante la última cena pascual que celebró con sus discípulos y los cuatro relatos coinciden en lo esencial, en todos ellos la consagración del pan precede a la del cáliz; aunque debemos recordar, que en la realidad histórica, la celebración de la Eucaristía ( Fracción del Pan ) comenzó en la Iglesia primitiva antes de la redacción de los Evangelios.
Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última Cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros... Este es el cáliz de mi Sangre..."
. Encuentro con Jesús amor
Resultado de imagen de la ultima cena de jesus
Necesariamente el encuentro con Cristo Eucaristía es una experiencia personal e íntima, y que supone el encuentro pleno de dos que se aman. Es por tanto imposible generalizar acerca de ellos. Porque sólo Dios conoce los corazones de los hombres. Sin embargo sí debemos traslucir en nuestra vida, la trascendencia del encuentro íntimo con el Amor. Resulta lógico pensar que quien recibe esta Gracia, está en mayor capacidad de amar y de servir al hermano y que además alimentado con el Pan de Vida debe estar más fortalecido para enfrentar las pruebas, para encarar el sufrimiento, para contagiar su fe y su esperanza. En fin para llevar a feliz término la misión, la vocación, que el Señor le otorgue.
Si apreciáramos de veras la Presencia real de Cristo en el sagrario, nunca lo encontraríamos solo, únicamente acompañado de la lámpara Eucarística encendida, el Señor hoy nos dice a todos y a cada uno, lo mismo que les dijo a los Apóstoles "Con ansias he deseado comer esta Pascua con vosotros " Lc.22,15. El Señor nos espera con ansias para dársenos como alimento; ¿somos conscientes de ello, de que el Señor nos espera el Sagrario, con la mesa celestial servida.? Y nosotros ¿ por qué lo dejamos esperando.? O es que acaso, ¿ cuando viene alguien de visita a nuestra casa, lo dejamos sólo en la sala y nos vamos a ocupar de nuestras cosas.?
Eso exactamente es lo que hacemos en nuestro apostolado, cuando nos llenamos de actividades y nos descuidamos en la oración delante del Señor, que nos espera en el Sagrario, preso porque nos "amó hasta el extremo" y resulta que, por quien se hizo el mundo y todo lo que contiene (nosotros incluidos) se encuentra allí, oculto a los ojos, pero increíblemente luminoso y poderoso para saciar todas nuestras necesidades.

La última cena

El día anterior a la cena en que se comía el cordero pascual era conocido entre los judíos como el primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura,h pues en ese día tenían que quitar toda la levadura que hubiera en sus casas, y desde este momento les era prohibido comer, por un período de ocho días, cosa alguna que hubiera sido leudada. Los representantes de las familias o compañías que iban a comer juntas degollaban a los corderos pascuales dentro del templo la tarde de este día; y uno de los numerosos sacerdotes que estaban de turno rociaba parte de la sangre de cada cordero al pie del altar de los sacrificios. Entonces los que habían de comer el cordero, que al ser muerto se decía que era sacrificado, lo llevaban al lugar donde iban a reunirse.
Durante el primero de los días de los panes sin levadura, que en el año de la muerte de nuestro Señor parece haber caído en día jueves,i algunos de los Doce le preguntaron a Jesús dónde habían de hacer los preparativos para la cena pascual.j El Señor dio instrucciones a Pedro y a Juan de regresar a Jerusalén, y añadió: “He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare, y decid al padre de la familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí. Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.”
Resultado de imagen de la ultima cena de jesus
Al caer la tarde, que sería la noche del jueves como nosotros solemos calcular el tiempo, pero el principio del viernes según el calendario judío,k Jesús llegó con los Doce, y juntos se sentaron a participar de la última cena que el Señor comería antes de su muerte. Bajo el peso de una emoción profunda les dijo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.” De acuerdo con la manera acostumbrada de empezar la cena pascual, el huésped pronunciaba una bendición sobre una copa de vino, que entonces se pasaba, por turno, a cada uno de los participantes sentados alrededor de la mesa. En esta comida solemne parece que Jesús obedeció los elementos esenciales de la manera establecida de proceder; pero no leemos que haya cumplido con los muchos requisitos suplementarios que las costumbres tradicionales y prescripción rabínica habían agregado al divinamente instituido memorial del rescate de Israel de la servidumbre. Como veremos, en los acontecimientos de esa noche en el aposento alto quedaron comprendidas muchas cosas además de la observancia común de un festival anual.
La cena continuó en un ambiente de tensión y tristeza. Mientras comían, el Señor dijo afligido: “De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. La mayor parte de los apóstoles, tras una breve introspección, exclamaron uno tras otro: “¿Seré yo?” “¿Soy yo, Señor?” Es grato notar que cada uno de los que preguntaron sentía más inquietud por la alarmante posibilidad de ser él el ofensor, aun cuando inadvertidamente, que por el hecho de que uno de sus hermanos fuera a convertirse en traidor. Jesús respondió que sería uno de los Doce que entonces comía con El del mismo plato, y añadió esta imponente declaración: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, más “ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.” Entonces Judas Iscariote, que ya había convenido en vender a su Maestro por dinero, probablemente temiendo que su silencio en ese momento pudiera dar motivo para que se sospechara de él, preguntó con descarada audacia verdaderamente diabólica: “¿Soy yo, Maestro?” Con punzante brevedad el Señor le respondió: “Tú lo has dicho.”l

Hubo otras causas de la tristeza de Jesús durante la cena. Algunos de los Doce se habían puesto a murmurar, disputando entre sí el asunto de la precedencia individual,m posiblemente el orden según el cual habían de sentarse en la mesa, trivialidad por la cual los escribas y los fariseos, así como los gentiles, frecuentemente reñían.n Nuevamente el Señor tuvo que recordar a los apóstoles que el principal entre ellos sería aquel que mejor dispuesto estuviera a servir a sus compañeros. Habían sido instruidos en este respecto antes; y sin embargo, en esta hora postrera y solemne los dominaba una ambición vana y egoísta. Con sinceridad afligida el Señor habló con ellos, preguntándoles quién era el mayor; si el que se sentaba a la mesa o el que servía. A la única respuesta que se podía dar, El agregó esta afirmación: “Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.” Con amorosa ternura les dijo: “Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas”;o y entonces les aseguró que no se hallarían sin honra o gloria en el reino de Dios, pues si permanecían fieles ocuparían tronos y serían jueces de Israel. Hacia sus escogidos que le eran fieles, el Señor no sentía sino amor y el anhelo de que pudieran triunfar de Satanás y del pecado.
Resultado de imagen de la ultima cena de jesus

La ordenanza del lavamiento de los piesp

Levantándose de la mesa, el Señor se quitó la ropa exterior y se ciñó con una toalla que usó como delantal; entonces, habiendo puesto agua en un lebrillo, se arrodilló delante de cada uno de los Doce por turno, le lavó los pies y los secó con la toalla. Cuando llegó a Pedro, este impulsivo apóstol protestó, diciendo: “Señor, ¿tú me lavas los pies?” Las palabras del Señor a Pedro manifiestan que el acto representaba algo más que simplemente un servicio de comodidad personal, más que una lección objetiva sobre la humildad: “Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.” Insensible al significado, Pedro se opuso con más vehemencia y dijo: “No me lavarás los pies jamás.” Jesús le respondió: “Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.” Entonces, con mayor impetuosidad aún, Pedro imploró, extendiéndole ambos pies y manos: “Señor, no sólo mi pies, sino también las manos y la cabeza.” De un extremo había pasado al otro, insistiendo, aunque ignorante e irreflexivamente, en que aquello se hiciera según su manera, sin comprender todavía que la ordenanza debía administrarse en la forma en que el Señor lo dispusiera. Corrigiendo nuevamente las buenas pero voluntariosas intenciones de su siervo, Jesús le dijo: “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.” Cada uno de ellos había sido sumergido en las aguas del bautismo; el lavamiento de los pies era una de las ordenanzas correspondientes al Santo Sacerdocio, cuyo significado completo todavía les faltaba aprender.q
Resultado de imagen de la ultima cena de jesus
Habiendo repuesto su ropa y vuelto a su lugar en la mesa, Jesús recalcó el significado de lo que había hecho, diciendo: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”r
Resultado de imagen de la ultima cena de jesus

El sacramento de la cena del Señors

Estando Jesús sentado todavía en la mesa con los Doce, tomó una pieza de pan y, habiendo reverentemente dado gracias, la santificó con una bendición y dio una porción a cada uno de los apóstoles, diciendo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”; o como leemos en S. Lucas: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” Entonces, tomando un a copa de vino, dio gracias, lo bendijo y dio a ellos con este mandamiento: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.”t En esta manera, sencilla pero impresionante, se instituyó la ordenanza que desde entonces se conoce como el Sacramento de la Cena del Señor. El pan y el vino, debidamente consagrados mediante la oración, llegan a ser los emblemas del cuerpo y la sangre del Señor, los cuales se han de comer y beber reverentemente, y en memoria de El.
Más tarde se revelaron al apóstol Pablo los hechos relacionados con la institución de este rito sagrado, cuyo testimonio respecto de su establecimiento y santidad concuerda con la narración de los escritores evangélicos.u Como se verá más adelante, el Señor instituyó la ordenanza entre los nefitas sobre el continente occidental, y también se ha restablecido en la dispensación actual.v Durante los siglos en que las tinieblas de la apostasía cubrieron la tierra, se introdujeron cambios desautorizados en la administración de este sacramento, y se promulgaron muchas falsas doctrinas respecto de su significado y efectos.x
Resultado de imagen de judas traiciona jesus y sale de la cena

El traidor sale en la nochey

Cuando el Señor dijo a los Doce, cuyos pies había lavado: “Vosotros limpios estáis”, claramente indicó una excepción al hacer esta advertencia: “Aunque no todos.” Juan, autor de esta narración, procura explicar que Jesús estaba pensando en el traidor y “por eso dijo: No estáis limpios todos”. El culpable Iscariote había recibido sin protestar el servicio del Señor en el lavamiento de sus pies desleales, aunque después de la ablución quedó más sucio espiritualmente que antes. Cuando Jesús se hubo sentado de nuevo, volvió a expresarse el peso del conocimiento que tenía acerca del corazón traicionero de Judas: “No hablo de todos vosotros—les dijo—yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.”z El Señor estaba resuelto a inculcar el hecho de que sabía de antemano lo que iba a suceder, a fin de que los apóstoles entendieran, cuando se verificara tan terrible acontecimiento, que por ese medio se habían cumplido las Escrituras. Afligido en espíritu, reiteró la fatídica declaración de que uno de los presentes lo traicionaría. Pedro hizo señas a Juan, que estaba sentado al lado de Jesús y en ese momento se había recostado sobre el pecho del Señor, que le preguntara cuál de ellos sería el traidor. A la pregunta que Juan le hizo en voz baja, Jesús contestó: “A quien yo diere el pan mojado, aquél es.”
Nada tenía de raro el que una persona sentada a la mesa, particularmente el huésped, mojara un pedazo de pan en un plato de salsa u otra preparación sabrosa y lo diera a otro. De modo que este acto de Jesús no llamó la atención en general. Mojó el pedazo de pan y lo dio a Judas Iscariote con estas palabras: “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.” Los otros entendieron que las palabras del Señor eran un mandato a Judas de cumplir con algún deber o atender a cierto quehacer ordinario, quizá la compra de algo más para la celebración de la Pascua o la entrega de algún donativo a uno de los pobres, porque Judas actuaba como tesorero del grupo y era el que “tenía la bolsa”. Pero el Iscariote entendió, y su corazón se endureció todavía más con el descubrimiento de que Jesús conocía su nefando proyecto, y lo encolerizaba la humillación que sentía en la presencia del Maestro. Después del bocado, que de la mano del Señor recibió en la boca, “Satanás entró en él” y lo sujetó a su maligno dominio. Judas salió inmediatamente, abandonando para siempre la bendita compañía de sus hermanos y del Señor. Juan refiere la partida del traidor con esta concisa y ominosa frase: “Y era ya de noche”.
Resultado de imagen de judas traiciona jesus y sale de la cena

El discurso después de la cena

La salida de Judas Iscariote parece haber disipado hasta cierto punto la nube de completa tristeza que había abrumado a la pequeña compañía; y el propio Señor se sintió palpablemente aliviado. En cuanto la puerta se hubo cerrado tras el desertor, Jesús exclamó, como si ya hubiera logrado su victoria sobre la muerte: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.” Dirigiéndose a los Once con palabras de cariño paternal, les dijo: “Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”a La ley de Moisés decretaba que hubiese amor mutuo entre amigos y vecinos;b pero en el nuevo mandamiento, por el cual habían de regirse los apóstoles, se incorporaba un amor superior. Debían amarse los unos a los otros como Cristo los amaba; y este cariño fraternal habría de ser uno de los rasgos característicos de su apostolado, por medio del cual el mundo los reconocería como hombres que habían sido apartados.
Las palabras del Señor referentes a su inminente separación de ellos afligió a los hermanos. Pedro le hizo la pregunta: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.” Pedro parece haber comprendido que su Maestro se dirigía a su muerte; y sin embargo, afirmó su disposición, sin amedrentarse, de andar aun por esa tenebrosa vía, más bien que separarse de su Señor. No podemos dudar la sinceridad del propósito de Pedro ni la determinación de su deseo en ese momento. En su intrépida declaración, sin embargo, había contado únicamente con la voluntad de su espíritu, y no había considerado en forma completa la debilidad de su carne. Jesús, que conocía a Pedro mejor que éste se conocía a sí mismo, tiernamente reprobó su desmedida confianza en sí mismo, y le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” El principal de los apóstoles, el hombre de piedra todavía tenía que ser convertido, o como más precisamente lo dice la Escritura “vuelto”;c porque tal como el Señor lo previó, Pedro iba a ser vencido en breve, aun al grado de negar que conocía a Cristo. Cuando aquél firmemente declaró su disposición de seguir a Jesús hasta la cárcel o la muerte, el Señor lo hizo callar, diciéndole: “Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.”
Era necesario preparar a los apóstoles para hacer frente a un nuevo régimen, nuevas condiciones y nuevas exigencias; los esperaban persecuciones, y en breve iban a ser privados de la presencia alentadora del Maestro. Jesús les preguntó: “Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento.” De acuerdo con esta profecía, Jesús pronto iba a ser contado con los transgresores,d y sus discípulos serían conocidos como partidarios de un criminal ejecutado. Al oír hablar de bolsa, alforja, zapatos y espada, algunos de los hermanos lo tomaron en forma literal, y declararon: “Señor, aquí hay dos espadas.” Con abrupta finalidad Jesús respondió: “Basta.” Ninguna necesidad inmediata de armas les había indicado, y ciertamente no las necesitaba para su propia defensa. Una vez más les había sido imposible sondar su significado, pero más tarde aprenderían por medio de la experiencia.e
Resultado de imagen de juan en la ultima cena
Unicamente Juan, de todos los escritores evangélicos, nos proporciona la información que tenemos concerniente al último discurso que Jesús comunicó a los apóstoles antes de su crucifixión; y aconsejaríamos que todo lector estudiara cuidadosamente los tres capítulos en que se preservan estas sublimes palabras para el alumbramiento del género humano.f Notando la tristeza de los Once, el Maestro les dijo que se animaran, que fundaran su aliento y esperanza en la fe en El. “No se turbe vuestro corazón—les dijo—creéis en Dios, creed también en mí.” Entonces, como si estuviera descorriendo el velo entre lo terrenal y lo celestial, permitiendo que sus fieles siervos vislumbraran las futuras condiciones, continuó: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.”g Así fue como en lenguaje sencillo y claro el Señor reveló la existencia de condiciones graduadas en la otra vida, y la variedad de ocupaciones y grados de gloria, lugar y categoría en los mundos eternos.h Había afirmado su propia Divinidad inherente, y por medio de la confianza que manifestaran en El y la obediencia a sus requerimientos, ellos encontrarían la manera de seguirlo al lugar donde iba a precederlos. Tomás, el amoroso, valiente, aunque algo incrédulo discípulo, deseando información más precisa, optó por preguntar: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?” La respuesta de Jesús fue una reafirmación de su Divinidad: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.”
Resultado de imagen de la oracion de jesus en getsemani
Resultado de imagen de adoración ante un sagrario en la noche del jueves santo

Resultado de imagen de monjes adorando ante el santisimo sacramento


















No hay comentarios:

Publicar un comentario