FELIZ DOMINGO, queridos hermanos. Hoy seguimos la dinámica litúrgica de los anteriores domingos, ir recibiendo la magnífica catequesis de la biografía de Jesús, que domingo a domingo nos abre las posibilidades de conocerle mejor.
Este domingo el Señor nos va a relatar las parábolas de las semillas. Algo tan humilde y pequeño y luego su transformación en vida y fecundidad. Así es la Palabra de Dios que cae en la tierra de nuestro corazón y con la gracia del Espíritu, nace, crece y da fruto. No temáis nuestra pequeñez, somos como la semilla, la vitalidad la ha puesto Dios en nuestros corazones y ellos se despiertan con la gracia para dar un fruto sorprendente.
La primera lectura Cap. 17 del Libro del Profeta Samuel, en la misma línea de lo pequeño, pobre y humilde, como Israel, que es la rama de cedro plantada por el Señor y llega a ser mayor que los demás pueblos.
El salmo 91, La misericordia del Señor, suple nuestros fallos y hemos de dar gracias por su misericordia que es eterna.
Segunda lectura de San Pablo a los Corintios, nos llena de esperanza en la certeza del don de Dios a los fieles a su Palabra y que siguen sus caminos.
El Evangelio, San Marcos nos trae dos parábolas referidas a las semillas. El Señor es el Divino Sembrador, que deposita la semilla en nuestros corazones y que místicamente va creciendo hasta convertirse en un gran árbol, que cobija, da frutos, orienta y da firmeza y seguridad a quien se apoya en él.

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