Cuando Jesús se presenta ante la gente de su pueblo, no lo aceptan, lo desprecian, creen conocerlo y no esperan nada de Él. Jesús nos dice este domingo, "nadie es profeta en su pueblo". Es importante aplicarnos la lección, a nuestro lado viven personas llenas de Dios y con un mensaje que comunicar, pero creemos conocer todo de ellas y no les prestamos atención, probablemente minimizamos su valor, porque no son ni ricos, ni poderosos, ni sabios, ni importante. Pero todo eso no cuenta para Dios, todos los santos y los profetas pasaron por el anonimato, desprecio y olvido por parte de muchos que estaban muy cerca. Es la ocasión de la humildad, de los ojos limpios y sin prejuicios, que nos permitan ver la obra y mensaje de Dios por medio de los pequeños y humildes, que son los favoritos de Dios.
La primera lectura del Libro segundo del profeta Ezequiel: Se repite una vez más la historia de los juicios humanos, Dios le envía a sabiendas de que no lo van a escuchar. El que desde el orgullo y la superioridad se niega a aceptar los caminos de Dios, que vienen por las palabras de sus mensajeros más humildes, somos como Israel, el pueblo rebelde, despreciamos nuestra oportunidad.
Salmo 122: Canto de peregrinación se convierte para nosotros que sufrimos tiempos muy difíciles en todos los aspectos, en una petición a Dios de su misericordia, que necesitamos en estos tiempos malos.
Segunda lectura: San Pablo enseña a los Corintios y a nosotros, que nuestras limitaciones no son un fracaso, sino la oportunidad de ver claramente cómo obra el poder de Dios a pesar de nosotros, nuestra debilidad, nos hace instrumentos útiles en manos del Señor, para que llegue su fuerza y su amor, no de nosotros sino de Él por estos pobres instrumentos.
El Evangelio: Nos sorprende a todos, el deseado, el seguido por multitudes, el aclamado por los pueblos en que hace sus milagros y predica el Reino, es despreciado : "No desprecian a un profeta más que en su tierra". Y por su falta de fe, no hizo nada. Qué importante aprender a no dejar pasar nuestra oportunidad, pidamos la fe que necesitamos para que Cristo obre en nosotros.


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