12 octubre 2012

EL PAPA ILUMINA LA NOCHE DEL 50 ANIVERSARIO CONCILIAR

BENEDICTO XVI : "DESPUÉS DE 50 AÑOS, TAMBIÉN HOY ESTAMOS FELICES, PERO CON UNA LAEGRÍA MÁS SOBRIA Y MÁS HUMILDE".

Para recordar la noche del 11 de octubre de 1962 en la que, después de la inauguración del Concilio Vaticano II, una multitud con antorchas colmó la Plaza de San Pedro haciendo que el Papa Juan XXIII asomara por la ventana, pronunciando sus inolvidables palabras que pasarían al recuerdo como el "discurso de la luna". Anoche se repitió la concentración de fieles y antorchas y el Papa pronunció unas bellas palabras, desde su corazón, sin papeles y que tocan el fondo de su sentir y del nuestro:

"Cincuenta años atrás, en este día, también yo estuve aquí en la Plaza con la mirada hacia esta ventana donde se asomó el Beato Papa Juan, y nos habló con palabras inolvidables, palabras llenas de bondad, palabras del corazón. Estábamos felices, llenos de entusiasmo.
El gran Concilio Ecuménico estaba inaugurado, estábamos seguros de que debía venir una nueva primavera de la Iglesia, un nuevo Pentecostés, una nueva presencia fuerte de la Gracia liberadora del Evangelio.
También hoy estamos felices, traemos alegría en nuestro corazón, pero diría que una alegría humilde, tal vez más sobria. En estos cincuenta años hemos aprendido  y experimentado que el pecado original existe y se traduce siempre de nuevo en pecados personales que pueden convertirse también en estructuras de pecado. Hemos visto que en el campo del Señor hay siempre también cizaña. Hemos visto en la red de Pedro que se encuentran también peces malos. Hemos visto que la fragilidad humana está presente también en la Iglesia, que la barca de la Iglesia está navegando también con el viento en contra, con tempestades que amenazan la barca. Y alguna vez hemos pensado: ¿El Señor dónde está? ¡Nos ha olvidado! Esto es una parte de las experiencias de estos cincuenta años.
Pero hemos tenido también la nueva experiencia de la presencia del Señor, de su bondad, de su fuerza. El fuego del Espíritu Santo, el fuego de Cristo, no es un fuego devorador, destructivo, es un fuego silencioso, es una pequeña llama
 de bondad, de bondad y de verdad que transforma, de luz y calor. Hemos visto: El Señor no nos olvida, también hoy con su modo humilde, el Señor está presente y da calor a los corazones, muestra vida, crea carismas de bondad y de caridad que iluminan el mundo y son para nosotros garantía de la Bondad de Dios. Sí, Cristo vive, está con nosotros también hoy y podemos estar felices también hoy por su bondad  porque no se apaga y es fuerte también hoy.
Finalmente me animo a hacer mías las inolvidables palabras del Papa Juan. Id a casa, dad un beso a los niños y decidles que es de parte del Papa. Con esto, de todo corazón, os imparto mi bendición"

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