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veces Dios permite que todo se ponga tan obscuro, tan sin solución, porque después saldrá su Luz, como el sol después de la tormenta, con una solución inesperada.
El Dios de nuestra fe no es un Ser lejano que contempla indiferente la suerte de los hombres, sus afanes, sus luchas, sus angustias. Nos ve..., Nos oye...
San Pedro nos advierte:" Alegraos por la herencia sin fin que os está reservada en el cielo, aunque de momento tengáis que sufrir en pruebas diversas".
Si por medio de la oración consiguiésemos enseguida lo que pedimos, la piedad se convertiría en un negocio.
no estemos inquietos, preocupados, desasosegados por un mañana o por un después, que quizá ni siquiera lleguemos a ver. Debemos tener el alma bien desasida de esas cosas que parecen imprescindibles, confiando plenamente en la Providencia Divina que es la única que nunca falla.
Si Dios habita en nuestra alma, todo lo demás por importante que parezca, es accidental, transitorio.
Los artistas de teatro o cine, futbolistas, cantantes y demás profesiones de "éxito" según la consideración del espíritu mundano, buscan ansiosamente muchos fanáticos seguidores incondicionales, que necesitan para seguir manteniendo su apariencia de "triunfadores" y sus abultadas ganancias económicas, así como el brillo de la fama en los medios de comunicación.
Pues bien, nosotros tenemos a Dios como espectador de nuestro día entero, de nuestra vida entera; le interesan nuestras alegrías y tristezas, esperanzas y fracasos, éxitos y sinsabores. A los fans de los famosos, les importan su físico, sus espectáculos y triunfos. A nuestro Dios le importamos nosotros, no un falso rostro de superioridad que muchos aparentan tener, cuando por dentro están sus limitaciones, fracasos, temores etc.., pero que los ocultan para dar el rostro que desean. Dios nos ama y nos acepta como somos en cada instante, y no necesita triunfos deslumbrantes, sino, fe, esperanza y amor a Él y al prójimo. Para Él nosotros, cada uno, tan diferentes, somos el objetivo de su Amor y de todo su interés, y como Santa Teresa podemos deducir esta sabia frase suya como lo único cierto e importante,: " Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta..."
Si el pecador se obstina en perderse, es necesario que reciba en el tiempo la recompensa de lo poquito bueno que hace; Santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta, por eso no debemos ser unos pesimistas-conformistas que ante nuestros errores, pecados, incumplimientos, dejamos de esforzarnos y lo damos todo por perdido, para un Dios Padre del Amor Misericordioso, siempre está abierto a la espera de nuestra conversión (leamos la actitud de Dios representado por el padre del hijo pródigo, que somos nosotros, y que Jesús nos propone en la parábola más hermosa y alentadora).
Vivimos tan preocupados, pensando que todo depende de nosotros, de nuestras decisiones, de nuestras capacidades, nada más equivocado, pues en este mundo no sucede nada sin que Dios lo quiera o lo permita.
Puede haber "éxito" en una empresa apostólica, pero eso es la consideración y valoraciones humanas, puede ser sólo algo puramente aparente, y lo importante que es el fruto que sólo se consigue con tiempo, amor, constancia, sacrificio y oración, no conseguirse nunca, porque lo fundamentamos todo en los criterios de los valores de éxito del mundo, no de Dios. Nadie se vuelve Santo de repente, sino que es el proceso de la andadura de toda una vida, en la que habrá gozos y penas, luces y sombras, ánimo y entusiasmo y cansancio y pesimismo, caídas y humildad y esfuerzo para siempre levantarnos y seguir caminando, ¿ a dónde? a la meta que es el Señor y su Divina Voluntad para nosotros..
Dentro de ese camino ascensional de la santidad ( a la que todos estamos llamados) encontraremos una de las más difíciles luchas, que es vencer el egoísmo para hacer fructificar la caridad. Es fácil el juzgar y condenar a los otros, pensar que somos mejores (recordemos las palabras del Señor que nos narra las actitudes en la oración del Templo del fariseo y del publicano), muchas veces sentiremos el rechazo a personas que nos resultan molestas y nos quejaremos tratando de eludirlas, diciendo "esta persona me resulta insoportable", pero hemos de rectificar y comentar: "esa persona me santifica". Porque lo que cuesta vale y Dios lo ve y lo sabe todo.
Ofrezcamos a Dios nuestra sonrisa amable para quien nos molesta, critica, hace sufrir, sea nuestra conversación paciente, amable, comprensiva, llena de empatía para quien convive o se relaciona con nosotros y constantemente en detalles o palabras, resultan impertinentes y fastidiosos. Esto con perseverancia y con la convicción de que es el verdadero amor al prójimo por Amor de Dios, sí que es un ,y valioso sacrificio, que vale para la eternidad: para nuestra Santidad.
Este domingo como el anterior hemos visto que el Señor se presenta como el Sembrador con distintas lecciones y mensajes del resultado de su siembra, pero sobre todo nos dice que uno es el que siembra y otro el que recoge, a nosotros nos toca sembrar, y el que Dios quiera, recogerá los frutos de lo que hemos sembrado.
Cuánto dolor hay en el mundo, cada día las noticias nos traen noticias negativas sobre la felicidad en el mundo. guerras, odios, divisiones, persecuciones, pobreza, enfermedades, muertes provocadas, falta de honradez de los que tienen la administración de los bienes comunes o de la justicia..., es desalentador mirándolo con los ojos de la pobre criatura que somos cada uno de nosotros, parece que nos aplasta y nos llena de pesimismo y de la convicción de la impotencia del Bien contra el Mal.
Pero Dios el omnipotente, el rico en misericordia, la fuente del Amor, de la Verdad y la Vida, sale cada día a nuestro encuentro para socorrernos, enderezar caminos, vendar a los heridos en el corazón por el pecado, eso es lo importante más que cualquier otro remedio pasajero y material.
¿Qué te parece que tiene más valor, un bendito y alabado sea Dios, en la adversidad y prueba o mil acciones de gracias en la prosperidad?...
Dios quiere siempre lo más conveniente para nosotros y está siempre esperando que le llamemos para pedirle su ayuda, su luz, su fuerza, su gracia. Más se gana en un día con las aflicciones que nos vienen de la vida diaria o de los hombres que nos rodean, que en diez años de mortificaciones propias. Hagamos lo que Dios quiere y queramos lo que Dios hace. A jornada de vida eterna no hay trabajo duro. Más honra a Dios una sola Misa vivida con fe y amor, que todas las demás obras buenas de los hombres. La gran lección de Dios para que veamos el camino hacia la Meta suprema sin equivocarnos con atajos y falsos caminos, pasa por los duros desengaños y desilusiones que sufrimos cuando permite que veamos la imperfección de las estructuras humanas, que muchas veces nos ilusionaron: personas, obras, Instituciones, que de pronto se derrumban ante nuestra consideración, pues las teníamos como Metas Absolutas y no lo son, así, Dios impide que pueda ocupar en nuestro corazón algo que pueda usurpar el sitio que en él sólo a Dios corresponde.
El sufrimiento propio y ajeno del que tratamos de huir, de no conocerlo, de estar lejos de él, no es una gran desgracia, ni un fracaso, sino que es nuestra vocación: cirineos de Cristo, llevando su cruz, en nosotros y en nuestros hermanos, nos traerá su aceptación la certeza de la presencia cercana de Dios.La tan anhelada felicidad, el tan buscado descanso, no los encontraremos ni en el éxito, la riqueza, las vacaciones etc.., sino sólo lo encontraremos en el Señor , como aprendió San Agustín : " mi alma sólo descansará en ti Señor..¨
Una de las tentaciones de los hombres es pedir cuentas a Dios de lo que pasa a nuestro alrededor, porque queremos que todo sea como nosotros queremos, para entenderlo mejor: una obra de teatro, un libro, un invento..., tienen derechos de autor, y así lo aceptamos como lógico y justo; ¿cómo no va a tener derechos de Autor Dios, que es el creador de todo cuanto existe?
Muchas veces los aparentes males de este mundo no son realmente males, los que nos parecen bienes según nuestras pobres categorías, no son bienes, hay desgracias que se convierten en verdaderos dones de la Providencia Divina, y éxitos mundanos que terminan siendo un cierto castigo.
Si somos realistas y vemos toda la vida que nos rodea, de la clase que sea, vemos que se transforma con el tiempo y su vida temporal siempre se acaba, pero después existe algo que no recordamos, es la Eternidad a la que estamos llamados después de acabar nuestro Camino por un desierto que por ser lo que hemos vivido con deseos de posesión, se nos ha convertido erróneamente en un fin deseable, pero la Eternidad es lo que en el fondo hemos anhelado, la plenitud de la perfección del Amor y la belleza, y sólo la Eternidad es para siempre, para siempre...¿podremos arriesgarnos por algo pasajero, temporal, material y corruptible a perder lo que es para siempre: la Felicidad eterna con Dios?Como no estamos acostumbrados a pensar la vida con estos presupuestos, espero que estas consideraciones que nos pueden haber parecido algo difícil de entender y aceptar, nos sirvan para mirar con ojos nuevos este mundo lleno de utopías y apariencias, pasajero y falaz que de manera especial quiere robarnos el corazón con la fragilidad de la voluntad ante las vacaciones del verano...
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Desde Horcajo virtual, saludos
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