09 noviembre 2019

domingo XXXII TIEMPO ORDINARIO CICLO C

La primera lectura de hoy, tomada del II Libro de los Macabeos, nos relata la historia de siete hermanos y su madre, que murieron con la esperanza en la vida futura, en ella encontramos cierto paralelismo con el ejemplo que los saduceos proponen a Jesús en orden a ridiculizar la creencia en la resurrección . Esta historia pone también de relieve dos temas teológicos importantes: el valor expiatorio de los sufrimientos del justo y la esperanza de la resurrección.  
  

2.- En la segunda .lectura continuamos leyendo la II Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses, lo que haremos hasta la llegada del Adviento. Esta comunidad, hemos visto, estaba preocupada por el problema de la inminencia del final de los tiempos. Pablo les aclara que el ritmo normal de una comunidad cristiana va por otros cauces, y es que los cristianos no hemos de sentir temor ante el fin de los tiempos, lo importante es tener la fuerza de Dios ¨para toda clase de palabras y obras buenas.
  

3.- El evangelista Lucas nos narra en el evangelio de hoy un encuentro entre Jesús y los saduceos de Jerusalén, cuya mentalidad tradicionalista negaba la doctrina de la vida eterna y la resurrección de los muertos, por eso hicieron una pregunta al Señor, y este les respondió remontándose al más antiguo testimonio de Moisés para fundamentar su doctrina acerca de la vida eterna y la resurrección de los muertos.   

Jesús explicó a los saduceos que en la vida presente morimos, pero los hijos de Dios van a resucitar y vivir como los ángeles. La respuesta de Jesús sigue dos caminos. Por un lado, no acepta que el estado del hombre resucitado sea un calco del estado presente. Tener muchos hijos en Palestina era una bendición del cielo; morir sin hijos, la mayor de las desgracias, el peor de los castigos celestiales... Para evitar esto último, el Deuteronomio prescribía lo siguiente: "si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel". Es la conocida ley del "levirato" La procreación es necesaria en este mundo, a fin de que la creación vaya tomando conciencia, a través de la multiplicación de la raza humana, de las inmensas posibilidades que lleva en su seno: es el momento de la individualización, con nombre y apellido, de los que han de construir el Reino de Dios. Superada la muerte, no será necesario asegurar la continuidad de la especie humana mediante la procreación. Las relaciones humanas serán elevadas a un nivel distinto, propio de ángeles (serán como ángeles), en el que dejarán de tener vigencia las limitaciones inherentes a la creación presente. No se trata, por tanto, de un estado parecido a seres extraterrestres o galácticos, sino a una condición nueva, la del espíritu, imposible de enmarcar dentro de las coordenadas de espacio y de tiempo. Por haber nacido de la resurrección, serán hijos de Dios. Por otro lado, Jesús termina su respuesta con un argumento que debió de dejar aún más desconcertados a los saduceos: "que resucitan los muertos lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob". Dios no lo es de muertos, sino de vivos; es decir, para El todos ellos están vivos". Reina la esperanza en nosotros, la muerte no tiene la última palabra.
 

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