30 diciembre 2017

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA 31 DE DICIEMBRE

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Vivimos una época de muchos cambios y transformaciones que han afectado también a la familia. Las encuestas, sin embargo, ponen de relieve que seguimos valorando altamente la familia, que sigue siendo una referencia esencial en nuestras vidas. Pero múltiples peligros acechan su estabilidad: problemas de convivencia, nuevos hábitos laborales, situaciones d riesgo para los hijos, falta de referencias educativas sólidas, malos tratos, crisis del compromiso estable… La familia de Nazaret es un modelo universal para todos los tiempos. Las difíciles circunstancias en las que Jesús creció fueron solventadas con el amor y la entrega mutua. Así lo contemplamos en el evangelio de hoy: María y José no comprendían lo que les quería decir Jesús. A muchos padres les cuesta también comprender a sus hijos, no saben qué hacer con sus hijos adolescentes. El hogar es la primera escuela, la iglesia doméstica, donde el niño aprende lo que observa de los padres, es el lugar privilegiado para la iniciación en la fe. La familia satisface las necesidades básicas de todo ser humano. Todos tenemos la necesidad de amar y ser amado, necesidad de ser válidos, necesidad de ser autónomos y necesidad de vivir en pertenencia. La familia nos da seguridad: necesitamos sentirnos incluidos y que nos lo recuerden. Da la impresión de que muchos hijos de hoy sienten que pertenecen más a las abuelas o a su profesor que a los padres, pues ellos suelen pertenecer a su trabajo más que a nadie. Los abuelos, a su vez, tienen la sensación de que son una carga para sus hijos. El Libro del Eclesiástico recuerda la obligación de todo hijo de honrar a su padre, que incluye no abandonarle.

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“Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”. Nunca ha sido fácil la educación de los hijos, sin embargo hoy parece una tarea más difícil. Hay que predicar con el ejemplo…. A veces se les da todo, sin darse cuenta de lo que implica. Los hijos se creen que todo les es debido. Esto ocurre cuando los padres son demasiado protectores. Ante todo, los padres son los primeros educadores de sus hijos y deben ir con el ejemplo por delante. ¿Qué es educar? Educar es tratar a cada hijo como persona distinta, diferente, independiente y libre. Hay que aceptar la individualidad que es sagrada y permitirle ser él mismo, seguir su camino, su vocación. Educar es estar atentos a reforzar y alentar cuanto de positivo tenga el educando, aunque debe evitarse elogiar por todo y a cada momento, dando la sensación de que se le está juzgando constantemente. Educar es descartar las etiquetas, las frases destructivas (“me avergüenzo de ti, eres un desastre, no serás nada en la vida, cada día vas peor…”). Estos juicios negativos causan verdaderos estragos en la autoestima, bloquean su seguridad y aumentan la culpabilidad. Y educar no es no es pasarse entre los esposos las culpas de la malacrianza de los hijos. Es asumir cada cual su parte de error y poner remedio cuanto antes. Educar no es que un padre consienta todo mientras el otro se muestra intransigente, pues se confunde y desorienta al educando. Educar no es aplicar parámetros distintos según el buen o mal humor del momento. Es asumir valores y tener buenas raíces. Es poner mucho amor, dedicación y entrega.
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 La experiencia de muchas personas es que el primer lugar en el que somos acompañados es la familia. Es el lugar seguro donde encontramos el calor humano, el apoyo incondicional, el consejo adecuado y la protección necesaria en las dificultades. En los momentos de crisis económica y de valores, la familia sigue siendo un valor en alza. Es Cristo quien nos enseña el arte de acoger, acompañar y curar. En la cercanía y trato personal se ejercita la paciencia de escuchar a los demás. El fundamento de todo acompañamiento es el deseo del amor verdadero. El cultivo de las relaciones interpersonales, viviendo, conversando, transmitiendo las claves del sentido de la vida y de la felicidad. Pero la familia necesita la protección de los gobiernos y de la sociedad. También el apoyo de la Iglesia…. Por eso, la subcomisión del episcopado español para la familia y la defensa de la vida nos hace ver que “es urgente el acompañamiento de los matrimonios que sufren porque no vienen los hijos, de las familias que padecen situaciones dramáticas como la separación, el divorcio, el aborto, la soledad, la enfermedad, la muerte, la guerra… Tantas y diferentes situaciones en las que se agradece tanto la presencia y la compañía de los amigos, de las familias que no abandonan a las personas en las dificultades, sino que saben estar ahí y son fuente de consuelo y firme esperanza”.

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NUESTRAS FELICITACIONES, APOYO Y ORACIONES POR VUESTRAS FAMILIAS EN ESTE DÍA BAJO EL PATRONAZGO DE LA SAGRADA FAMILIA-

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