: Is 52, 7-10 (Toda la tierra verá la victoria de nuestro Dios)
El mensaje del profeta Isaías describe la realeza de Dios que viene a nosotros, encarnada hoy en el Niño Jesús. Los pastores la contemplan y proclaman un evangelio de paz, de felicidad y de salvación: porque NUESTRO DIOS REINA. Dichosos los que proclaman la paz y la felicidad, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Hb 1, 1-6 (Dios nos ha hablado por su Hijo)
En el texto, tomado del escrito a los hebreos, el autor nos dice que Dios e su infinito amor habló con nosotros por medio de su Hijo, palabra definitiva de Dios. Cristo es la Palabra o Revelación del Padre. El es la Verdad y el Camino hacia el Padre.
Jn 1, 1-18 (La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros)
La lectura evangélica de hoy es un himno a la Palabra que existía en el Padre desde el principio. La Palabra de Dios se hizo ser humano como nosotros, para traer luz y vida a todo el mundo. Y a los que le recibieron y creyeron en su nombre les fue dado el ser hijos de Dios.
Más hermanos que nunca de los hermanos, de todos los hermanos. Hoy es nuestra fiesta. Es la fiesta de los cristianos. Y es una fiesta grande y alegre. Antes de nada, decir que os deseo una muy Feliz Navidad.
Veamos: si comparamos la Misa de la Medianoche, la popularísima Misa del Gallo” con esta Misa del Día pues habría que reconocer que no tienen mucho que ver. Es como si las dos celebraciones, fueran complementarias y para “aprenderlo todo” tendríamos que haber venido a las dos. Y, en fin, iré al grano de lo que os quiero decir. Anoche en la Misa del Gallo vivimos el Nacimiento en vivo y en directo. El texto evangélico de Lucas nos relataba todo el camino de María y José hacia Belén. Lo de que no encontraron posada. Aquello del portal con los animales haciendo compañía. Y el maravilloso ir y venir de ángeles y pastores, todos felices e impresionados por la gran novedad. Hay, como sabéis, otra misa, la de la Aurora, y en ella se continúa la secuencia del Nacimiento. Pero hoy se va por otro lado.
Habéis leído el prólogo del Evangelio de San Juan, uno de los textos más bellos y profundos de la Escritura donde se nos relata, sin velo que lo tape, que Jesús, el Verbo, la Palabra, es Dios; y que estaba con Dios. Y antes, en el principio de la Carta a los hebreos, se nos ha informado que en la antigüedad Dios Padre habló de muchas maneras a sus criaturas, pero que ahora lo ha hecho por medio de su Hijo. Su Hijo, que es la Palabra, ha venido a hablarnos a todos. Habrá que admitir que la profundidad teológica de los textos de hoy contrasta con la sencillez y capacidad descriptiva de los que se han pronunciado anoche y este amanecer. De ahí la consideración de que, tal vez, para celebrar litúrgicamente bien la Navidad hay que por lo menos estar presentes en dos misas. La del Gallo es muy popular. La de la Aurora, menos. ¿Y esta de hoy? Pues contiene el mensaje sublime de que Dios ha venido a la tierra para salvarnos. El mismo profeta Isaías nos habla triunfante de que nuestro Dios es Rey y anuncia algo hermosísimo: “Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva…”
En los versículos que se han proclamado del Evangelio de San Juan se contiene, como decía, lo fundamental de nuestra fe. Y se describe la relación del Padre y el Hijo. La Palabra es el medio que utiliza la divinidad para relacionarse con sus criaturas del género humano. Nosotros conocemos a Dios Padre porque el Hijo nos lo ha referido. Y esa Palabra ha creado el mundo y nos ha redimido. No se trata, por supuesto, aquí y ahora, de hacer un envite teológico, de pura ciencia teológica. Se trata de entender que, tras la hermosura del Nacimiento de anoche, de la llegada amable y bella del Niño, está la auténtica dimensión de la Redención, que se confirma en el impresionante texto de Juan Evangelista.
Y os diría una cosa para terminar: que cuando lleguéis a casa leáis muy despacio y varias veces ese texto. Y tiene mucho sentido hacerlo hoy, dentro del clima alegre y festivo de la Navidad. Seguro que encontráis un momentito de paz para deleitarlos con ese texto que comienza: “En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios…
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