San Benito nació en Nursia (Italia) cerca de Roma, en el año 480. Sus padres eran una familia acomodada, y pensando en un futuro brillante para su hijo, que manifestaba una aguda inteligencia, lo enviaron a Roma con una criada para que le cuidara. Roma era por entonces un reducto de la cultura y del saber reliogioso, pues todo el resto de Europa estaba ocupada por pueblos bárbaros, ignorantes, no cristianos y muy violentos, su vida era nómada, raramente se asentaban por un espacio de tiempo en un mismo lugar. Pero esa Roma que era una esperanza de mantener la cultura y la fe, también tenía sus sombras. Benito estudió el idioma nacional que era el latín, se nota en sus escritos tan bien redactados y con estilo. Su objetivo era el estudio de la filosofía y de las letras. Su biografía está tomada de los escritos del monje de su comunidad Gregorio, que llegaría a ser el Papa San Gregorio Magno.
Su primera huída del mundo: Al darse cuenta del peligro que representaba Roma para su alma; pues estaba
habitada por una mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros y gente de toda procedencia y creencias. El ambiente de la juventud era extremadamente escandaloso, así que Benito se da cuenta de que si permanece en medio de esa sociedad tan pervertida, tenía el peligro de caer en el mismo estilo de vida. Por eso se marchó de la gran ciudad a un pueblecito alejado, para rezar, meditar y hacer penitencia. Con sus conocimientos le pidieron algunas familias que educara a sus hijos. Pero los caminos de Dios le reservaban sorpresas. Hace un milagro que es conocido por todos y se marcha a la soledad huyendo de la fama y la veneración.
habitada por una mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros y gente de toda procedencia y creencias. El ambiente de la juventud era extremadamente escandaloso, así que Benito se da cuenta de que si permanece en medio de esa sociedad tan pervertida, tenía el peligro de caer en el mismo estilo de vida. Por eso se marchó de la gran ciudad a un pueblecito alejado, para rezar, meditar y hacer penitencia. Con sus conocimientos le pidieron algunas familias que educara a sus hijos. Pero los caminos de Dios le reservaban sorpresas. Hace un milagro que es conocido por todos y se marcha a la soledad huyendo de la fama y la veneración.
Va al lugar que será decisivo para su vida: Subiaco, una región boscosa y deshabitada, donde se refugia en una incómoda cueva. Un monje que vivía cerca, le instruyó en cómo ser un buen religioso y le llevaba pan cada vez que podía.
Un día su soledad se ve interrumpida por unos pastores que quedaron maravillados de su virtud y sabiduría y le pidieron consejo. Contaron la noticia y mucha gente vino a buscar su dirección y enseñanza. Un grupo de hombres que habían abandonado la vida mundana para buscar a Dios en la soledad, le rogaron fuera Superior de todos ellos. Él se negaba pues se daba cuenta del carácter de aquellos hombres, con buena voluntad, pero faltos de verdaderos deseos de cambio y santidad; él era muy exigente y sabía que no iban a poder convivir con él, como así fue. Fundó 12 pequeños conventos, cada uno con su Abad.
Como él esperaba llegó el momento de que aquellos hombres no pudieron aguantar más las normas, enseñanzas y estilo de vida de Nuestro Padre y trataron de matarlo envenenando una copa de vino, que al ser bendecida por San Benito, se rompió derramando su venenoso contenido. Renunció a su cargo y se alejó de allí. En su nueva morada fue reconocido por personas cultas y de condición acomodada, que le confiaron como oblatos a sus hijos, unos niños, para que fueran educados en el camino del bien por el Santo Abad. Fueron los niños Mauro y Plácido, que se mantuvieron siempre como fieles y cercanos discípulos, acompañándole en su fundación más importante y que sería el principio de la Orden Benedictina: Montecasino, Abadía que ha sido destruída 8 veces y otras tantas reconstruída y que permanece en la actualidad como testimonio de cómo Dios da permanencia a la obra de sus siervos a pesar de todo lo que haya en contra. Estos mismos niños fueron protagonistas de un milagro del Santro: el joven Plácido había ido al río a llenar un recipiente de agua y se cayó al río que con su corriente se lo llevaba y él no sabía nadar, su vida estaba en serio peligro. Pero en su celda San Benito tuvo la visión de lo ocurrido y mandó al joven monje Mauro a salvar a Plácido. Éste sin dudarlo se lanzó a salvar a su compañero según le mandó San Benito, y lo sacó, salvándole la vida. Al llegar a la orilla, reflexiona de cómo ha sido el acontecimiento, él obedeció y sin tampoco saber nadar se lanzó al agua, y sin darse cuenta caminó sobre ellas trayendo consigo a Plácido. El Santo atribuyó el milagro al poder de la fe y la obediencia de Mauro.
Su vida transcurre entre la enseñanza de la virtud plasmada en la sabiduría de su Santa Regla, que es una explicitación de la vida evangélica y que ha servido como fundamento e inspiración para todas las posteriores congregaciones religiosas.
Sus milagros son numerosos, especialmente su poder contra el demonio, conocer las malas intenciones de sus enemigos: bendición de un pan envenenado por un sacerdote que le envidiaba y darse cuenta que estaba envenenado, mandó a su fiel amigo el cuervo, que se llevara lejos ese pan para evitar que alguien se pudiera envenenar; resucitar muertos, sacar agua de donde no la había, mover piedras que nadie podía mover, conocer las intenciones de los que se dirigían a él, multiplicación de pan y de aceite en momentos de carestía, anuncio de muertes, conocimiento de cuándo llegaría la suya y antes intuir al ver una paloma blanca subiendo al Cielo , que su hermana Santa Escolástica que pocos días antes había tenido una milagrosa entrevista final con su hermano, había muerto. Pocas semanas después también cayó San Benito en cama con fiebres y debilitándose poco a poco, él sabía cuándo iba a ser su fin y pidió a sus monjes le llevaran a la Iglesia y después de recibir los Sacramentos, confortado y sostenido por su monjes, de pie entregó su espíritu al Señor.


Feliz dia de San Benito
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