En primer lugar, el concepto de un niño para Dios, como algo limpio, lleno de capacidad de fe, ilusión y amor. Pero en nuestra sociedad, está reflejándose en nuestros niños el terrible deterioro de los valores morales y espirituales, las rupturas familiares, la búsqueda desesperada de lo material, de las apariencias, la falta de honradez hasta en personas que debían servir de referencia a la sociedad... podríamos seguir enumerando tristemente la sociedad que hemos construido al margen de Dios y por caminos tan equivocados. Lo peor, no hemos respetado a los niños; los medios de comunicación, la calle, todo lo que les rodea les va enseñando a perder los valores que Jesús destaca en los niños, ¿qué está haciendo esta generación con sus niños? ¿qué es lo que piensan es bueno para ellos? ¿Somos capaces de sacrificarnos, de dar ejemplo, de llevar una vida que pueda servirles de referencia, o al contrario están abandonados en manos de la Tv. consolas violentas, dibujos animados deformadores, colegios donde no hay una convivencia , porque es la lucha del más fuerte contra el más débil y con unos profesores a los que la sociedad ha quitado la autoridad y su papel de educadores.
Este primer punto es profundamente serio y hay que tomar pronto determinaciones, porque los frutos ya los vamos viendo, no se puede seguir por ese camino.
La segunda, ¿cómo está el niño que llevamos todos dentro y que Cristo quiere despertar para que respondamos como lo debe hacer un niño? Algunos han decidido destruir esa imagen y sustituirla por la dureza del luchador contra todo y todos para escalar a donde quiere y conseguir lo que le apetece.
Sin embargo sigue resonando la Palabra en el Evangelio de hoy, como una sanción inapelable del Señor a la que tenemos que seguir.
Antes de entrar en la liturgia, un acontecimiento en la vida de un padre que lo contaba realmente impresionado y preocupado: "Quiso compartir con sus hijos de 6 y 8 años un rato de juego con su consola, y fue dándose cuenta aterrorizado de que unos niños tan pequeños y a los que sus padres trataban de llevar siempre por el camino del Evangelio, gozaban y se divertían en un juego programado para ser ganador mientras más personas mataran y más casas destruyeran, les pidió que cambiaran a otro y pensó que como era de conducir un coche, sería mejor. Enorme sorpresa, se ganaban más puntos si matabas a una anciana que atravesaba la calle, o a un niño pequeño de la mano con su madre... Se preguntaba, si esto pasa en mi casa, qué pasará en otras donde los padres no tienen tiempo, ni se preocupan por ver qué hacen sus hijos en tiempo libre.
La primera lectura está tomada del Libro de la Sabiduría, en su capítulo 2º, en esa verdadera sabiduría que se nos quiere transmitir, se destaca cómo con pasividad los creyentes viven como los que no lo son y no se preocupan de dar testimonio, que sería una forma de evangelizar. Vivimos de manera que no seamos diferentes en nada, que se nos tome por uno más, no queremos problemas.., eso de defender causas nobles es para los héroes y hoy queremos evitar problemas. Tratamos de no ser incómodos a nadie, y no tenemos valor para ir contracorriente...
El salmo 53, ante todos nuestros conflictos, pecados, cobardías, persecuciones, ambiente adverso.., invocamos con urgencia el auxilio divino contra el ataque de los enemigos, destaca la confianza y es una manera de orar hermosa, humilde y coherente, que nos sirva de llamada de atención para tomar el ejemplo del salmo en la confianza plena en Dios.
La segunda lectura, el Apóstol Santiago, nos asombra con la narración de la comunidad que describe, pues parece que hubiera hecho un viaje en el tiempo y describiera los excesos y males que sufre nuestra sociedad, a pesar del tiempo transcurrido. ¿Qué le podemos contestar?

El Evangelio que nos da el tema principal de hoy, nos descoloca, el tener que contestar al Señor, qué hablamos, cuáles son nuestras preocupaciones en nuestro caminar por la vida..., siempre son temas "serios" realmente "importantes" no son cosas de niños, queremos ser tan grandes, triunfadores e importantes, que nos colocamos en actitud de ser servidos, no de servir. Respuesta del Maestro: breve y concisa, presenta a un niño y nos lo pone como modelo; se nos hace cuesta arriba y la conversión necesita del auxilio del Señor,pasando por una profunda humildad que reconoce los errores y suplica ayuda al Único que puede darla: JESÚS.
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