29 septiembre 2012

EL DÍA DEL SEÑOR DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO CICLO B

                                                 "  VENID A MÍ TODOS..."Este es el último domingo del mes de septiembre. Ya se ha comenzado el trabajo de un año en el que hemos dejado atrás verano, encuentros, vacaciones, preocupaciones, proyectos... Ahora se impone pisar firme y prepararnos para cumplir fielmente con nuestras obligaciones, sin perder de vista algo que nos rodea por todas partes, la llamada de los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, de una sociedad que se ha visto defraudada en sus expectativas, porque se lanzó al consumismo, a la felicidad momentánea y fácil, siguió consignas que sonaban bien, que prometían felicidad a corto plazo... Y el triste resultado es la doble y profunda crisis que sufrimos, la de valores, que hemos ido dejando en el camino a cambio de las "nuevas consignas" repetidas machaconamente por los medios, y el triste sufrimiento de la pobreza, carencia de empleo y a veces desesperanza de gran parte de la población que vive el triste realismo de la crisis de la economía. Ante ello hemos de usar los dos medios que tenemos a nuestro alcance: el primero , Dios con nosotros en los malos momentos, escuchando el clamor, la oración de los que sufren y extendiendo su mano a los desvalidos, el segundo: nuestra obligación de pensar en lo que puedo hacer y compartir, cómo hacer llegar el don de Dios a los que más lo necesitan.  Que no quede la llamada del Señor en sólo un  hermoso lema. Y recordemos lo que la liturgia nos va a decir, ni un vaso de agua que demos a nuestros hermanos, quedará sin premio.
La primera lectura es del Libro de los Números en el capítulo 11 y en él Moisés enseña a su pueblo una lección de aceptación y acogida a todos, que sirve para el nuevo Pueblo de Dios, que es la Iglesia, que todo el que venga a esta Casa de todos, se sienta acogido con sinceridad y amor por todos los miembros, que no haya indiferencia o distinciones entre unos y otros, que seamos miembros de una misma familia amados por el Señor., como Moisés deseamos, "ojalá todo el pueblo recibiera el Espíritu del Señor".
El salmo responsorial es el 18, en esta parte que leemos hoy se destaca la justicia de Dios y por eso tomamos la actitud humilde de pedir perdón por nuestros pecados, errores y limitaciones.
La segunda lectura es una continuación de la lectura de la Carta del Apóstol Santiago. Ya en la primera parte nos advierte que no podemos hacer distinciones entre nuestros hermanos por su apariencia, por su riqueza, fama o poder, despreciando al pobre, al humilde y al desvalido. Hoy se adentra en la condena de los que ponen todo su corazón y el esfuerzo de su vida en las riquezas materiales (adoradores del dinero), en los tiempos que vivimos sigue siendo muy válida su advertencia.
Jesús en el Evangelio de hoy rechaza la estrechez de miras de los discípulos que se creen superiores a los demás y los únicos poseedores del don de Dios. Haciendo una apología del mensaje de Moisés en su deseo de que el don del Señor sea participado por todos, Él enseña a sus discípulos a respetar la elección del Señor que puede llamar a cualquiera a hacer obras en su nombre, aunque no sea del grupo de los más reconocidos o con un ministerio dentro de la Iglesia. Contrariamente a lo que piensan los hombres, Dios siempre va escogiendo a los más pequeños y humildes para hacer a través de ellos sus obras, porque ellos no tienen la tentación de aparecer como los que las realizan, sino como instrumentos inútiles en manos de Dios que hace maravillas con el que tiene fe.

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